jueves, 30 de mayo de 2013

Visitando el despacho del humilde padre del electromagnetismo (y II)

dEn la anterior entrega de este artículo os hablaba de algunos lugares de Londres que pude visitar que están fuertemente relacionados con la vida de Michael Faraday, un humilde chico que se creía la Biblia literalmente (de hecho pertenecía a la secta de los sandemanianos) y que, sin embargo, no sólo revolución la física, sino que se convirtió en el icono de la persona normal capaz de acceder a la investigación científica (espacio reservado para la aristocracia) y también se erigió como uno de los mejores divulgadores populares de ciencia de la historia.


Así que ya os podéis imaginar mi excitación cuando llegué al regio edificio de la Royal Institution of Great Britain, en el 21 de Abermarle Street.



asEn el interior del edificio se aloja el Faraday Museum, de acceso libre y gratuito (cuando yo fui no había absolutamente nadie), donde se exponen muchos de los aparatos originales que empleó Faraday en sus experimentos, así como su laboratorio restaurado.


La Royal Institution of Great Britain fue una elitista institución de carácter privado, un Olimpo científico que aún no se había modernizado y solo daba cabida a los científicos que procedía de un estrato social elevado. El objetivo principal de la Royal Institution, no obstante, era difundir el conocimiento científico y enseñar, mediante conferencias y experimentos, la aplicación de la ciencia en la vida cotidiana.


Su fundador fue Benjamin Thompson, más conocido como el conde de Rumford, nacido en Massachussetts, Estados Unidos, en 1753. Sus hazañas científicas le permitieron ingresar en la Royal Society londinense en 1799. Ese mismo año, Thompson y el botánico Sir Joseph Banks propusieron a Jorge III la creación de la Royal Institution, cuyo primer presidente fue Humphry Davy, maestro y protector de Faraday.


Caminar por los pasillos de esta institución, pues, es como andar por la historia de la ciencia. Sin embargo, la mayoría de los expositores se reservan para los inventos de Faraday, campo en el que fue muy prolijo. Como el primer transformador de electricidad, como podéis ver abajo en una fotografía tomada por mí mismo.


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Michael Faraday enrolló dos bobinas de alambre en un anillo de hierro. Cuando conectaba una bobina a una pila, pasaba una corriente por la otra (no conectada). Al desconectarla, se generaba otro impulso en la segunda bobina.


Para verificar los fenómenos que investigaba, Faraday, en la trastienda del establecimiento de Riebau, se construyó un pequeño generador eléctrico empleando como material unas botellas usadas y madera. Esta máquina eléctrica de fricción también se conserva en la Royal Institution de Londres, como un ejemplo paradigmático del que acabaría siendo el más grande experimentador de la época.


Venir a la Royal Institution en Navidad es todo un evento. Es cuando se celebran uno de los mayores acontecimientos de la divulgación científica de Gran Bretaña, las Christmas Lectures. En 1825, Faraday empezó a impartir estas conferencias de Navidad para la gente joven. En ellas han llegado a participar científicos y divulgadores de la talla de Carl Sagan y David Attenborough.


entradaAsí que lo ya lo sabéis: si tenéis la oportunidad de viajar a Londres, no os perdáis una pequeña visita a la Royal Institution. Es gratis. No está repleto de gente como el British Museum. Y os garantizo que es igualmente excitante. Y por si aún no tenéis suficiente interés en la figura del científico victoriano Michael Faraday, a continuación os transcribo parte del prólogo de la biografía Ciencia de alta tensión:


Los metales escaparon de las antiguas estrellas hasta precipitarse sobre planetas como la Tierra, ocultándose en las profundidades del planeta. Alrededor de ellos había campos invisibles e indetectables que, con la rotación de la Tierra, dieron lugar a un campo de fuerza magnético que lo rodeó todo, extendiéndose desde el suelo hasta la atmósfera. Algunos seres humanos, como los chinos de la época clásica, lograron detectar este campo, empleando parte de sus propiedades para orientar sus brújulas durante la navegación. Pero en el siglo XIX, todo lo relativo a ese campo invisible e indetectable cambió radicalmente gracias a la humildad, la heterodoxia y la profunda fe en Dios de un hombre de cabello rizado nacido en 1791, solo unos cien años después de que se insinuara la existencia del electrón: el genio inglés de la física experimental Michael Faraday.

De igual modo, a pesar de que la fuerza eléctrica llevaba funcionando ininterrumpidamente desde hacía más de 13 mil millones de años, también permanecía indetectable para la humanidad, inserta en el seno de los átomos que todo lo constituían: aunque los efectos eléctricos se manifestaban por doquier, su esencia permanecía oculta porque las cargas eléctricas positivas y negativas permanecen prácticamente estables en casi todo lo que nos rodea.

Faraday también puso en evidencia los fenómenos eléctricos, uniéndonos inextricablemente a los magnéticos. A Faraday, pues, le debemos el descubrimiento de la ley de la inducción (que lleva su nombre), según la cual un campo magnético crea un campo eléctrico; fue el primero que demostró que podía generarse una corriente eléctrica a partir de un campo magnético; fue el inventor del motor eléctrico y la dinamo, que cambiarían la forma en que viviría la gente para siempre; demostró que hay una relación entre electricidad y el enlace químico; y empezó a dilucidar el efecto del magnetismo en la luz. Y todas estas hazañas las logró Faraday sin estudios superiores y sin tener demasiados conocimientos en matemáticas; no en vano, escribió todos sus descubrimientos en un lenguaje descriptivo acompañado de dibujos y esquemas, sin emplear ni una sola ecuación.

Porque Faraday, además de un gran experimentador, también se definía como un excelente divulgador de su propia obra, hasta el punto de que solía impartir conferencias navideñas a los niños a fin de que la ciencia no se quedara dentro de los confines de las elitistas instituciones de la época (actualmente, las Christmas Lectures siguen celebrándose, y en ellas han participado científicos y divulgadores como Carl Sagan o David Attenborough). En la primera de ellas, en 1826, explicó la que posiblemente sea una de sus afirmaciones más populares: que una vela ilustraba todos los procesos físicos conocidos. Sin embargo, Faraday no fue solo una vela para Inglaterra, sino también una cegadora chispa que iluminó el mundo para siempre.

(…)


El término electricidad proviene del griego elektron, que significa ámbar, cuyas propiedades eléctricas fueron descubiertas en la antigua Grecia. Desde entonces hasta el siglo XVIII, se avanzó muy poco en la comprensión de los fenómenos eléctricos. La razón principal de este largo lapso de tiempo es que hace relativamente poco que la ciencia pasó de ser meramente especulativa a estar respaldada por la realización sistemática de experimentos. Con todo, a pesar de lo mucho que aún se ignoraba acerca del funcionamiento íntimo de la electricidad, se lograron construir teléfonos, telégrafos y bombillas, así como motores eléctricos y una especie de fax eléctrico que funcionaba en Francia en 1859. Sin embargo, hasta la llegada del gran experimentador, Faraday, la electricidad se limitaba, sobre todo, a ser un asunto pintoresco. Científicos del siglo XVIII desarrollaron máquinas para obtener pequeñas cantidades de carga eléctrica y dispositivos donde acumular la carga generada, pero lo más llamativo que proyectaba la electricidad sobre la sociedad eran los experimentos recreativos de electroestática en los salones de clases altas, generando chispas, dando calambrazos o incluso electrocutando pavos. Algunas mujeres de alcurnia se llegaron a pasear por París con un sombrero puntiagudo del que colgaba un cable a modo de pararrayos.

Igual suerte corría el desarrollo de los fenómenos magnéticos, cuyos primeros estudios se atribuyen a Tales de Mileto en el siglo VI a.C. Por ello, también la palabra “magnetismo” procede del nombre de la ciudad griega de Magnesia, donde abundaba la magnetita, un imán natural. Otra teoría etimológica atribuía da Plinio el Viejo, sabio romano del siglo I, atribuye el origen del término a la leyenda del descubridor del magnetismo, un pastor llamado Magnus, al que su bastón acabado en una punta metálica se le quedó pegado a una roca mientras andaba con su ganado por el monte. Hasta el siglo XVI, gracias a un inglés llamado William Gilbert, el conocimiento sobre el magnetismo tampoco había avanzado demasiado. Gilbert sentó las bases del estudio moderno del magnetismo, descubriendo, por ejemplo, que la Tierra se comporta como un imán gigantesco.

Faraday, sin embargo, tuvo la capacidad de contemplar estos fenómenos como algo diferente, como un conjunto de propiedades en las que, con la agudeza visual adecuada, uno podía descubrir las huellas de Dios. Esta particular agudeza visual, espoleada por su fe, y escasamente obstaculizada por la formación académica imperante, permitió a Faraday desafiar las concepciones intocables de Newton, lo cual era doblemente ignominioso si procedía de alguien que ni siquiera tenía destrezas matemáticas. A la postre, tal audacia intelectual procedente del que probablemente era el más humilde y sencillo científico de su época, acarreó unas consecuencias colaterales impredecibles: transformó la Revolución Industrial, de la que él consiguió escapar laboralmente por muy poco debido a su baja condición social, convirtiéndola en la Era de la electricidad. Una nueva era en la que la gente ya no debía trabajar esclavizada para obtener un salario. A la vez que permitía que las clases más modestas gozaran por fin de la posibilidad de acceder a los templos del saber por su condición intelectual y no por el color de su sangre o el apellido de la familia.

Pero no todo en Faraday fue coincidencia, arquitectura mental moldeada por la religión o incluso curiosidad insaciable y heterodoxa. En Faraday, ante todo, encontramos sacrificio y tesón. Por ello, no contento con sintetizar la electricidad y el magnetismo, Faraday también hizo grandes avances en otros campos de la ciencia, como la química (licuando gases) o la óptica (estableciendo las interacciones entre luz y magnetismo), descubriendo los diamagnéticos o inventando la jaula que lleva su nombre, que actualmente vemos reflejada en ascensores, microondas o aviones. Y ya con muchos años en la espalda, su mente continuó funcionando hasta el final, estableciendo comunicación epistolar con decenas de científicos e investigadores, colaborando en proyectos de colegas (como el establecimiento de un cable de comunicaciones que conectaba el continente Europeo como América), inspirando con sus conferencias y artículos a innumerables jóvenes que más tarde desarrollarían sus propias carreras brillantes. De todos ellos, quizá el caso más destacado fue el de James Clerk Maxwell, quien codificó al lenguaje matemático todas las ideas de Faraday a propósito del electromagnetismo; y, más tarde, también Albert Einstein debería admitir su deuda con Maxwell y el propio Faraday.

Y todas estas hazañas intelectuales, además, las llevaría a cabo Faraday de forma metódica y ordenada, solo permitiéndose un pequeño descanso con cuarenta y nueve años, cuando su mente y su cuerpo fueron víctimas de una grave crisis por agotamiento (idéntica edad, por cierto, en la Newton había padecido una crisis análoga). Tan espartana fue siempre la disposición de Faraday –y por tanto, merecido fue su éxito- que incluso su Diario, el bloc de notas donde todo lo apuntaba y dibujaba, muestra numerada correlativamente la principal secuencia de párrafos desde el 1 hasta el 16.041, a lo largo de un periodo de treinta años. Como si la energía inagotable de Faraday fuese generada por una de las dinamos que él mismo diseñó. Faraday incluso sacrificaría su luna de miel al contraer matrimonio con una sandemaniana, como él, por el simple hecho de no perder horas de laboratorio. Para Faraday, pues, no había otra cosa que la ciencia, tanto en el ámbito de la investigación como de la divulgación.

Porque Michael Faraday constituyó una de las primeras chispas eléctricas de la historia. Porque, a pesar de su devoción religiosa (o precisamente por ella), Faraday, al igual que Prometeo, escaló el Olimpo, le robó el fuego a los dioses, el fuego divino, la chispa tecnológica que prendió bombillas y lámparas, e iluminó definitivamente un mundo sumido en la oscuridad.











Vía Xatakaciencia

Visitando el despacho del humilde padre del electromagnetismo (I)

FaradayA medida que la investigación científica se fue haciendo más compleja y sofisticada, también se fue haciendo más cara, y así el dinero acabó siendo lo que determinaría si alguien estaba legitimado para abordar una investigación. El dinero y, por extensión, el tiempo libre: es decir, la no obligación de trabajar diez horas diarias para poder llevarse un mendrugo de pan a la boca.


Durante los siglos XVIII y XIX, muy poca gente, la mayoría aristócratas, podía permitirse el lujo de disponer de un taller o un laboratorio en el que dedicarse a la ciencia (una situación a la que, funestamente, estamos regresando habida cuenta de la crisis financiera en la que estamos instalados y la nefasta gestión de los recursos públicos).


Así pues, no es casualidad que la mayoría de los grandes hombres de ciencia del pasado pertenecieran a la clase alta. Sin embargo, fue principalmente una persona que, en el siglo XIX, rompió este esquema para siempre: el científico inglés Michael Faraday, el padre del electromagnetismo y, por extensión, también un estupendo divulgador de ciencia para el gran público.



El pobre Faraday


PortadaFaraday era inteligente, ingenioso, trabajador… sin embargo, no tenía dinero, de modo que estaba condenado a llevar a cabo largas jornadas laborales que no le dejaban apenas tiempo para realizar sus investigaciones. Afortunadamente, entró a trabajar como encuadernador en una librería, lo que le permitió tener acceso a toda clase de libros que, por su precio, sólo eran accesibles para los bolsillos pudientes.


El dueño de la librería, además, permitió que Faraday instalase un pequeño laboratorio en la trastienda, siempre que no se retrasara en su trabajo. Quitando horas de sueño, Faraday se dedicó en cuerpo y alma a desentrañar los misterios de la física y la química.


Con todo, realmente su labor científica no tenía oportunidades de prosperar si no lograba dejar el trabajo que le daba de comer y entraba en una de las mayores instituciones científicas de la época: la Royal Institution. Entonces, gracias a una rocambolesca serie de casualidades que recuerdan poderosamente al modo en que Harry Potter logra entrar en Hogwards, Faraday, justo antes de quedar para siempre condenado a trabajar duramente, se puso bajo la tutela de Humphry Davy… y en poco tiempo superó a su maestro. Si queréis leer más en profundidad toda esta historia, tal vez os interese echar un vistazo al libro que he publicado recientemente dedicado a la figura de Faraday: Ciencia de alta tensión (RBA, 2013).


Viajando al despacho de Faraday


Después de meses de trabajo duro, profundizando en las vetas biográficas de uno de los filósofos naturales más heterodoxos de la historia, no pude resistir la tentación de viajar a Londres para visitar su despacho instalado en las entrañas del regio edificio de la Royal Institution.


Faraday MemorialTambién quise ver con mis propios ojos algunos de los puntos geográficos importantes con los que Faraday tuvo relación. Por ejemplo, en el barrio de Elephant and Castle encontré un enorme cubo de acero conocido como el Michael Faraday Memorial, pues en los alrededores fue donde residió el científico victoriano, concretamente en Newington Butts.


En el interior del cubo, diseñado por Rodney Gordon y construido en 1961, se halla la subestación eléctrica del metro de Londres. Un icono perfecto para representar al padre del electromagnetismo.


En la calle Larcom, encontré la blue plaque, que también conmemora a Michael Faraday. Y en la zona de Oxford Street, concretamente en el 16 de Jacob´s Well Mews, un recoleto callejón, que es donde el padre de Faraday tenía su herrería.


Cerca de allí, en el 48 de Banford Street, hallaremos la librería donde Faraday entraría a trabajar como encuadernador, teniendo acceso así a todos los libros que quería, siendo éstos caros y prohibitivos para una familia humilde como la suya. Gracias a esos libros, Faraday adquirió los conocimientos suficientes como para revolucionar la física, y también para recibir el acceso a la Royal Institution. Pero el acceso a ese sacrosanto lugar, donde aún se conserva su despacho, lo dejamos para la segunda entrega de este artículo.


(Por cierto, hoy en día, allí donde estaba la librería donde trabajaba Faraday, perteneciente a George Riebau, podemos encontrar una agencia inmobiliaria que se llamada precisamente Faraday´s. En ella hay una pequeña placa marrón en la que se lee: Michael Faraday, a man of science – apprenticed here).












Vía Xatakaciencia

Curiosity revela la radiación que absorberían los futuros exploradores de Marte

A lo largo de su vuelo hasta Marte, el rover Curiosity fue registrando la radiación cósmica y solar que actuó sobre la nave. Los datos han permitido calcular que, con los sistemas de propulsión y protección actuales, la dosis recibida en un viaje de ida y vuelta al planeta rojo rondaría los 0,66 sievert, un dato de gran interés para las futuras misiones tripuladas al planeta rojo.



Fuente: Noticias

Perú celebra el Día Nacional de la Papa

El 30 de mayo se celebra el Día Nacional de la Papa y los homenajes al ancestral tubérculo van desde exposiciones y bailes hasta el doodle del día.



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Lo siento profesor, mi halcón se comió mi tarea…

Creo que a menos que puedas probar eso, difícilmente te creería el maestro Me gusta la cara del halcón, como desafiante diciendo: “A ver dime algo”. Que curioso!



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Salta desde el Monte Everest y rompe récord

El deportista ruso Valery Rozov saltó desde del monte Everest, logrando un nuevo récord desde la montaña más alta del mundo con 7 220 metros de altitud sobre el nivel del mar. Valery, de 48 años quien tiene más de 10 000 saltos base en su haber, pasó más de dos años preparándose para este [...]



Vía Curiosidades

Clonación humana, ¿debe prevalecer la Ética o la Ciencia?: La pregunta de la semana

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Como cada Jueves en Xataka Ciencia, os traemos la sección más divertida y participativa, la pregunta de la semana.


Hace ya unos 20 días, aparecía publicado en la prestigiosa revista Cell que se había conseguido la clonación de embriones humanos por un equipo de la Universidad de Oregón. Esta noticia ha dado mucho que hablar, normal, aquella frase que decía “El ser humano nunca puede ser producido para utilizarse como medio para conseguir algo” pasaba, de alguna manera, a la Historia. ¿Qué opináis vosotros?


Clonación humana, ¿debe prevalecer la Ética o la Ciencia?

Recordad que todos vuestros comentarios deben ir a su correspondiente pregunta de la sección respuestas. La próxima semana publicaremos la mejor de todas las respuestas.



La pregunta de la semana pasada


La semana pasada os preguntábamos: ¿Pensáis que la aparición de nuevos virus son casuales?. La respuesta más votada por vosotros fue la de dimetiltriptamina, que respondió:


Los virus son organismos que están expuestos a una gran variabilidad, debido a su forma de vida. Es normal que suceda, cada poco, que un virus se diferencie en uno nuevo por acumulación de mutaciones, por recombinación con otros virus o por “captación” de nuevo material genético del hospedador.

Creo que como con muchas otras cosas, son eventos que han pasado y pasarán a lo largo de la historia de la vida, pero ya que es ahora cuando empezamos a estudiarlos y a observarlos, nos parece que es ahora cuando está sucediendo por primera vez o con mayor frecuencia.



En Xataka Ciencia | Todas La pregunta de la semana












Vía Xatakaciencia

Aportes de la cultura andina a la conceptualización del desarrollo sostenible

En Río+20 los pueblos indígenas del mundo plantearon que se incorpore explícitamente la dimensión cultural como parte de los componentes del desarrollo sostenible y aunque no se logró este cometido dejó mucha reflexión en el camino y queda como una agenda pendiente. Esta propuesta no es gratuita porque mucho de los conflictos socioambientales que se verifican en la Región Andina finalmente tienen que ver con diferentes cosmovisiones, diferentes formas de entender y vivenciar lo que significa desarrollo y calidad de vida.






Vía Noticias de Ecoportal

El pirómano bombero. Poniendo al zorro a cuidar el gallinero

Es corriente que “muchas compañías que en el pasado han sido duramente criticadas tengan ahora programas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) precisamente en las áreas donde tuvieron problemas: (por ejemplo) Shell tiene un programa de Energía Responsable (…), McDonald’s está desarrollando campañas para concienciar sobre alimentación sana y empresas como Adidas e Inditex[i] han logrado ser incluidas entre las empresas más sostenibles del mundo en 2008”.






Vía Noticias de Ecoportal

El “apocalipsis de la abeja” conducirá según el Kremlin a una guerra mundial, advertencia a Obama

Las impactantes actas relativas a la reunión, la semana pasada, del presidente Putin con el Secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, revelan la “extrema indignación” de los dirigentes rusos con el régimen de protección continua del presidente Obama hacia los gigantes mundiales de la biogenética, Syngenta y Monsanto, frente a la inminente ”apocalipsis de las abejas” que, según el Kremlin, “con toda seguridad” puede conducir a una guerra mundial.






Vía Noticias de Ecoportal

En lugar de biodiversidad y respeto a indígenas, el gobierno opta por coca y petróleo

La necesidad de aperturar a cualquier costo una vía que atraviese el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) responde no solo a la necesidad de seguir expandiendo los cultivos de hoja de coca, sino fundamentalmente para iniciar la explotación de los recursos petroleros.






Vía Noticias de Ecoportal

[Vídeo] La muerte de las estrellas

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Un equipo internacional de astrónomos ha puesto en jaque la teoría estelar al descubrir que la mayoría de las estrellas no pasan por una fase final explosiva como se creía, sino que se enfrían gradualmente durante miles de millones de años.



Según un comunicado del Observatorio Austral Europeo (ESO) difundido hoy, los científicos han constatado además que las que acaban explotando suelen tener un alto nivel de sodio, aunque desconocen por el momento la relación entre ambos hechos.


Parece que las estrellas necesitan tener una ‘dieta’ baja en sodio para alcanzar la fase de AGB en su edad anciana

Explica el líder del equipo de astrónomos, Simon Campbell, del Centro de Astrofísica de la Universidad de Monash (Australia).



Vía | EFE












Vía Xatakaciencia

Un desarrollo español predice si un parque eólico marino será rentable

KIC InnoEnergy, una firma participada por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), ha creado un sistema para medir el viento en las zonas donde se van a instalar los parques eólicos marinos para saber si serán rentables. El proyecto Neptune, que se está probando ya en el Pont del Petroli de Badalona, está orientado específicamente al mar Mediterráneo y da información precisa sobre la energía que podrá obtenerse en un área determinada.



Fuente: Noticias

Los genéricos reducen su crecimiento durante 2013

La aplicación de nuevas medidas como el copago han provocado una fuerte desaceleración en el crecimiento del sector de los medicamentos genéricos en España. El 36% de los medicamentos que se venden en España son genéricos, frente al 60% europeo. No obstante, de cada diez medicamentos genéricos consumidos en España, siete se fabrican en nuestro país.



Fuente: Noticias

Una locura divina


En tiempos de Homero se creía que la enfermedad mental era obra de los dioses. Sin embargo, unos siglos más tarde, el médico griego Hipócrates fue el primero en considerar que solo puede existir una “mens sana” en un “corpore sano”, pues creía que la salud física influía en gran manera en la mental. Hasta que en el siglo XIX se produjo el definitivo despegue de la psiquiatría como ciencia, cuando los médicos se acercaron a quienes se comportaban de manera extraña o incomprensible tratando de explicar científicamente esas conductas.


Por ejemplo, las aportaciones de Sigmund Freud y la importancia del psicoanálisis cambiaron la manera de ver las enfermedades mentales












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