domingo, 6 de septiembre de 2015

Año 1996: Eduardo Noriega ingresa en la prestigiosa academia del Extremely Inexpresive Actor’s Studio

6 de septiembre 1975. La celebración conjunta de la Feria de la Gamba y la reunión anual de la Asociación de Alérgicos al Marisco acaba en tragedia. 1929. La película ‘Un perro andaluz’ provoca indignación entre los perros de París. 5 de septiembre 1924. Pablo Neruda se ve capaz de...... Leer más

Vía El Mundo Today

Más de una docena de cosas que creías imposibles hace diez años (gracias a internet) 2/9

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Continuamos enumerando un puñado de cosas que parecerían utopías o historias de ciencia ficción en exceso optimistas hace apenas una década, que iniciamos en la anterior entrega de esta serie de artículos. Todo gracias a las transformaciones que produce internet, tanto a nivel tecnológico, como sociológico y hasta psicológico.

Sigamos.

2. Edición de libros

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¿Y la traducción de libros? También estamos asistiendo al advenimiento de la traducción de libros de forma colaborativa. Obras que defienden el procomún y la colaboración 2.0 como El código 2.0 (Traficantes de sueños, 2009) o Remix (Icaria, 2012), ambas del experto en propiedad intelectual Lawrence Lessig, fueron traducidas gratuita y colaborativamente por estudiantes de la Universidad de Málaga. Un paso más allá constituyó la traducción de La riqueza de las redes, de Yochai Benkler, pues abría la traducción a otras universidades e incluso otros ámbitos sociales y profesionales.

Una de las herramientas más valiosas para la traducción colaborativa es Etherpad, un editor de colaboración en tiempo real donde distintos autores editan simultáneamente un documento de texto y cada color muestra los añadidos de texto de un autor distinto. También existe una ventana lateral de chat para permitir la comunicación directa. Google adquirió esta plataforma para liberarla en código abierto en 2009, permitiendo así que muchos servicios usen el software, como Mozilla Pad o PiratePad.

Estas mismas estructuras pueden usarse para el futuro de la edición de libros (y cualquier otro producto cultura y/o artístico). Cuando se inventó la imprenta fueron muchos los escritores que se lamentaron amargamente que ello traería un volumen demasiado elevado de libros, devaluando la calidad general. La experiencia nos ha demostrado que se equivocaban: se produce más basura, pero también más obras interesantes que antes.

La nueva imprenta 2.0 colaborativa y en código abierto podría multiplicar por millones la producción de libros, textos y análisis, lo que permitirá crear un ecosistema de abundancia inédito en la historia de la humanidad. Un salto cuántico de información que requerirá el diseño de buscadores inteligentes, cribadores jerárquicos y valoraciones colectivas para separar el grano de la paja. En consecuencia, habrá más paja, pero también más grano que nunca, tal y como sostiene Chris Anderson en su libro La economía Long-Tail.

3. Couchsurfing

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Couchsurfing.org es el típico sitio del que mi abuela opinaría de esta guisa: si eres mujer, te violarán; si eres hombre, te sedarán y te sacarán los órganos para venderlos en el mercado negro. Sin embargo, esta página web usada por millones de personas en todo el mundo, y que pone en contacto a viajeros que necesitan un lugar donde quedarse (un sofá) en una ciudad extranjera, con personas dispuestas a alojarlos, funciona asombrosamente bien.

No es un servicio de alquiler de habitaciones. De hecho, el servicio prohibe el pago, aunque discrecionalmente los usuarios pueden hacerse regalos, ayudar en las tareas de la casa u ofrecer alguna otra compensación no monetaria, lo que aún produce más extrañeza para quienes jamás lo han usado (yo lo he hecho, y a día de hoy aún me estoy pellizcando para comprobar que no fue un sueño. También conozco a gente que está dando la vuelta al mundo de sofá en sofá sin gastar ni un euro).

No parece que haya incentivos para que un anfitrión ofrezca su casa gratis a un potencial maníaco homicida. Tampoco para que infinidad de huéspedes se aprovechen de los anfitriones y jamás ofrezcan sus casas. Pero gracias a internet funciona: porque a la vista quedan todas las interacciones anfitrión-huésped a través de comentarios y puntuaciones en formas de estrellas.

Porque Couchsurfing no es un negocio, sino una red social, una comunidad de individuos que comparten intereses y valores, como el de viajar y conocer a los locales. Tal y como explica el gran teórico de la colaboración descentralizada, Yochai Benker, de Harvard, en su libro El Pingüino y el Leviatán:

La página depende en gran medida de que un pequeño número de líderes implicados (que la fundaron y siguen utilizándola como anfitriones y huéspedes) inculquen las normas (como la prohibición de pagar) mediante el contacto constante con los miembros a través de publicaciones, correos electrónicos y los medios de los que dispone la página como red social.

En la siguiente entrada de esta serie de artículos seguiremos enumerando más de una docena de cosas que que creías imposibles hace diez años (gracias a internet).

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La noticia Más de una docena de cosas que creías imposibles hace diez años (gracias a internet) 2/9 fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .












Vía Xataka Ciencia

Más de una docena de cosas que creías imposibles hace diez años (gracias a internet) 1/9

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Internet ha dejado al descubierto hasta qué punto los modernos experimentos de ciencia conductual tenían razón: somos seres sociales, nos atenemos a los valores de nuestra cultura concreta y, sobre todo, seguimos las convenciones y normas sociales del grupo porque ello nos proporciona sentimiento de identidad. Aunque eso suponga un coste individual. Es decir, que no solo el dinero y el egoísmo simple nos empuja a hacer las cosas, sino también (y sobre todo) el deseo de causar buena impresión a los demás, el miedo a perder nuestra reputación y la necesidad de formar parte de un grupo con el tamaño de una nación o la de un equipo de fútbol o una comunidad de vecinos.

O todo el planeta, como está empezando a permitir internet.

Y por eso, tras el advenimiento de internet, estamos asistiendo a una serie de fenómenos que hace apenas una década nos resultarían inverosímiles, una tonta utopía concebida por un discípulo de Rousseau con pinceladas del hippie de Thoreau. A pesar de las voces agoreras que advierten del desplome generalizado de los valores morales o la puesta en escena de un egoísmo y una avaricia ilimitados por parte de algunas castas financieras, el mundo parece ser un lugar cada vez más empático, más concienzado con las causas que afectan a otros y mucho menos violento.

Gracias a internet, estas fuerzas civilizadoras parecen estar acelerándose y llegando a finisterres que donde lo único que podía decirse era algo similar a “Winter is Comming”.

La tecnología, al final, es quien nos salvará, porque está incrementando los valores humanos más allá de sus propios límites. Cuando Shoshana Zuboff escribía en la década de 1980 el profético libro In the Age of the Smart Machine, advirtiendo que los ordenadores suprimirían las jerarquías de las organizaciones, otorgando el conocimiento (el poder) al pueblo, todavía no existía internet. Y nadie, ni siquiera ella, pudo pronosticar hasta qué medida este punto acabaría siendo cierto, junto a una distribución global de información jalonada de terminología novísima pero ya cristalizada en todas las culturas del mundo, como YouTube, la Nube o Anonymous.

Internet fue lo que permitió que un vendedor de fruta que se prendió fuego en un mercado de Túnez inaugurase la llamada primavera árabe. Y también ha construido la siguiente lista de cosas, todas ellas difícilmente predecibles hasta por los autores de ciencia ficción más imaginativos.

1. Subtítulos SRT

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Existe una pléyade de traductores y subtituladores que colaboran entre sí (e incluso compiten en calidad, divididos en varias facciones) que permiten que todos nosotros podamos ver las películas, series, documentales y conferencias de casi cualquier país del mundo sin ser esclavos de la rentabilidad de las televisiones o productoras patrias.

Si Wikipedia ha democratizado el conocimiento generándose desde la propia ciudadanía, la ficción audiovisual ha derribado todas las fronteras idiomáticas gracias a sitios como opensubtitles.org y sus miles de fansubers. Gracias a ellos, todos descubrimos con un decalaje de pocos minutos que el secreto de la serie Lost era un tapón como de bañera gigante.

Así ha nacido el SRT, el que nos permite ver anime que nunca llegará a España, y que, a pesar de las trabas legales, las demandas por infringir los derechos de autor,** continúa su cruzada**, difundiendo la palabra de forma colaborativa y, generalmente, sin ánimo de lucro. Usando técnicas OCR, SubRip puede extraer el texto y los tiempos de sincronización de archivos de vídeo DVDs, para posteriormente, guardalo en formato SubRip (.srt). En 1999 el programador francés Brain comenzó el proyecto SubRip. La primera versión fue SubRip 0.5 beta lanzada el 3 de marzo de 2000.

Algunas traducciones son mejores que otras, pero determinados grupos prefieren sacrificar algunas faltas de ortografía si con ello logran la inmediatez, flexibilidad y adaptabilidad. Al más puro estilo Wikipedia.

En la siguiente entrega de esta serie de artículos seguiremos enumerando más de una docena de cosas que creías imposibles hace diez años.

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