sábado, 1 de junio de 2019

Libros que nos inspiran: 'Orígenes' de Lewis Dartnell

Libros que nos inspiran: 'Orígenes' de Lewis Dartnell

"El agua de nuestro cuerpo fluyó una vez Nilo abajo, cayó como lluvia monzónica sobre India y se arremolinó alrededor del Pacífico. El carbono presente en las moléculas orgánicas de nuestras células fue extraído de la atmósfera por plantas que comemos. La sal de nuestro sudor y nuestras lágrimas, el calcio de nuestros huesos y el hierro en nuestra sangre surgieron por erosión de las rocas de la corteza terrestre, y el azufre de las moléculas de proteína presente en nuestro pelo y nuestros músculos fue expulsado por los volcanes".

¿Acaso un libro puede empezar mejor sus compases que con este párrafon en el que se mezcla belleza plástica y ciencia, al más puro estilo Destejiendo el arcoiris de Richard Dawkins? Esto es Orígenes: Cómo la historia de la Tierra determina la historia de la humanidad, un libro extraordinario escrito por Lewis Dartnell.

Influencia terrestre

Biólogo británico, investigador y profesor de astrobiología en la Universidad de Westminster, no es la primera vez que hablamos por aquí de un libro de Lewis Dartnell: ya nos había impresionado con Abrir en caso de apocalipsis (Debate, 2015).

Sin embargo, en Orígenes da el todo por el todo y concibe una obra de rezuma belleza y conocimiento por todos los costados; pero no un concimiento estanco, sino oceánico, implicando diversas disciplinas, trenzándolas como si fuera un tapiz enrevesadísimo pero también muy clarificador de cómo la Tierra nos hizo como somos. De cómo influyó en cada una de nuestras decisiones como especie. De cómo nos proporcionó las materias primas que hemos extraído, refinado y ensamblado para construir los millones de objetos que nos rodean.

Por ello, este fabuloso libro, que podría estar genéticamente emparentado con el Armas, gérmenes y acero, del biólogo Jared Diamond, ha sido fuente de inspiración en Xataka Ciencia para escribir entradas como: A pesar de lo que dicen los racistas, somos una especie extraordinariamente poco diversa a nivel genético.

Cuando se habla de algo tan inabarcable como la historia de la humanidad solemos poner el foco en cosas muy concretas. Nos gusta enumerar los líderes que marcaron la diferencia, señalar ciertos fenómenos como la migración o describir las consecuencias de las guerras más decisivas. Pero, ¿qué pasaría si cambiáramos el enfoque y pusiéramos a la Tierra en el centro de nuestras averiguaciones? Este libro es lo que pasaría. Para Lewis Dartnell la única manera de comprender nuestra historia consiste en explicar cómo nuestro planeta, desde el inicio de los tiempos, ha determinado nuestro destino. Toda especie está condicionada por su entorno. Es algo ineludible: las fuerzas geológicas ocasionaron nuestra evolución en África oriental; los terrenos montañosos característicos de Grecia favorecieron el nacimiento de la democracia en las antiguas polis, y el Himalaya guarda una relación con la formación de las islas Británicas que muchos ignoramos. La historia de estas fuerzas es, en definitiva, la historia de la humanidad.

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Vía Xataka Ciencia

Cómo las especias incentivaron los viajes de exploración y el comercio

Cómo las especias incentivaron los viajes de exploración y el comercio

Jordania es el país de las especias, y todas se venden a granel y a precios muy económicos. Por ejemplo, podéis adquirir kawsay (una especia de color púrpura que se rocía sobre muchas de las ensaladas de Oriente Medio). El Za’atar es un condimento utilizado en una gran cantidad de platos de cocina árabe y se compone de una combinación de cualquiera o todos estos ingredientes: tomillo, semillas variadas, orégano, zumaque y sésamo.

Las especias, sobre todo, en oriente, han sido un rasgo distitivo no solo solo de la gastronomía, sino también de la cultura. Pero ¿por qué aquí? ¿Y qué tiene de especial las especias?

En busca de la especia dorada

Actualmente, el azafrán es la especia más cara del mundo: el precio de venta al consumidor puede superar los 6.000 euros el kg en el caso del azafrán de Irán, e incluso 40.000 euros el kg del francés. Este elevado precio se debe a que se requieren 150.000 flores, como mínimo, para obtener un kg de azafrán. No en vano, al azafrán se le llama también "oro rojo".

Durante siglos, las especias fueron algunas de la mercancías más caras y preciadas del mundo, junto al oro, la playa, el algodón, la porcelana, la seda o el té. Especias como la pimienta y el jengibre de India, la canela de la isla de Ceilán o la nuez moscada, macis y clavo de las Molucas.

Las razones por las que las especias eran tan ambicionadas por las personas son varias, tal y como explica Lewis Dartnell en su libro Orígenes:

Dichas especias eran apreciadas no solo para aderezar los alimentos, sino también por las propiedades afrodisiacas y medicinales que se consideraba que tenían. Las especias procedían de diferentes especies de plantas que crecen en el lcima tropical de la región.

Hacia el 1400, el puerto de Malaca, al principio una pequeña aldea de pescadores emplazada en el sudeste de la península Malaya, se convirtió gracias a la especia en uno de los centros de comercio más grandes del mundo. Sobre todo especias procedentes de Banda y las Molucas.

La riqueza de todo este comercio de especias fue lo que atrajo por encima de todo a los navegantes europeos que intentaban encontrar nuevas rutas marítimas hacia Oriente a finales del siglo XV.

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Las especias exóticas, como la pimienta, la nuez moscada, la macis y los clavos de Oriente eran mucho más raras en Europa, así que eran también más valiosos en los mercados occidentales. En el siglo XVI, las guerras en Europa tendrán una gran repercusión en el comercio internacional de especias y más en concreto la guerra de Flandes. Durante el siglo XVII continuó el desarrollo naval de los holandeses que vino acompañada de un espectacular desarrollo militar. Además eliminaron el obsoleto sistema de trueque y establecieron una tabla sistemática de precios.

Sin embargo, el delegado botánico de Francia en Islas Mauricio, Pierre Poivre, aprovechó la debilidad holandesa para importar (de contrabando) raíces de clavo, nuez moscada, pimienta y azafrán, traídas de las Molucas. Alrededor de 1775, gracias a los conocimientos botánicos de los franceses, comenzaron a florecer plantaciones de especias, empezando el comercio galo de las especias. Todo esto produjo el fin del monopolio en el siglo XIX, lo que propició la caída progresiva y feroz de los precios en toda Europa.

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A pesar de lo que dicen los racistas, somos una especie extraordinariamente poco diversa a nivel genético

A pesar de lo que dicen los racistas, somos una especie extraordinariamente poco diversa a nivel genético

Que si piel negra, que si ojos rasgados, que si piel blanca, pelo rizado, nariz grande... todo esos rasgos fenotípicos nos pueden resultar muy llamativos, pero indican que seamos particularmente diversos a nivel genético. Más bien, somos una especie muy homogénea.

Además, los rasgos anteriormente mencionados tampoco refieren ninguna diferencia genética destacable: hay más diversas genética entre negros en el continente africano, por ejemplo, que entre un blanco y un negro.

Estudios genéticos globales

A pesar de los discursos racistas como el de Hitler o las insinuaciones xenófobas de algunos políticos dirigidas a los que nacen del otro lado de sus fronteras imaginarias, lo cierto es que la genética tiene poco que decir a propósito de cuán diferente somos, ya sea por rasgos físicos como conductuales.

El color del pelo, de los ojos, de la piel, la forma del cráneo... todo ello no son más que diferencias regionales superficiales que, sin embargo, no afectan a la uniformidad genética global de la especie humana. Tal y como abunda en ello Lewis Dartnell en su libro Orígenes:

En realidad, hay más diversidad genética entre dos grupos de chimpancés que viven en orillas opuestas de un río de África central que entre humanos que vivan en rincones opuestos del mundo.

La mayor diversidad genética en el planeta Tierra no se encuentra, de hecho, entre África y el resto de continentes, ni entre europeos o chinos, sino entre habitantes del propio continente africano.

Además, estos estudios genéticos sugieren que la humanidad que se distribuye en la actualidad por el mundo desciende de un único éxodo desde África más que de múltiples oleadas migratorias, y probablemnete no más de unos miles de migrantes originales.

Si acaso sí que hay cierto entrecruzamiento genético con otra especie (si es que se puede llamar así): nuestros antepasados, a medida que empezaron a expandirse en Eurasia, se toparon con otros homínidos que ya habían abandonado África mucho antes y se reprodujeron con ellos.

Homínidos como los neandertales, de los que adquirimos una traza de su ADN (aproximadamente el 2 por ciento) o los denisovanos, entre otros. Y, por supuesto, el término raza, entre humanos, constituye un término equívoco.

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