sábado, 23 de febrero de 2019

38 años después, reaparece en Indonesia la abeja más grande del mundo: la Megachile Plutón

38 años después, reaparece en Indonesia la abeja más grande del mundo: la Megachile Plutón

Megachile Plutón, más conocida como la abeja gigante de Wallace, mide seis centímetros de largo, y se creía extinta desde 1981. Sin embargo, como podéis ver en el siguiente vídeo, nos equivocábamos: la abeja todavía no está extinguida.

Esta especie fue redescubierta en las Molucas del Norte, un grupo de islas en Indonesia, y tiene aproximadamente la longitud de un pulgar humano.

Abeja gigante de Wallace

La abeja gigante hembra hace su nido en montículos de termitas arbóreas activas, utilizando sus grandes mandíbulas para recolectar resina de árbol pegajoso para alinear el nido y protegerlo de las termitas invasoras. Ahora se ha hallado una sola hembra de la abeja gigante de Wallace que vivía en un nido de termitas arbóreas en un árbol a unos 2,5 metros del suelo.

La abeja lleva el nombre de Alfred Russel Wallace, el co-descubridor junto a Charles Darwin de la teoría de la evolución a través de la selección natural. El equipo responsable del hallazgo ya ha iniciado conversaciones con colaboradores indonesios para buscar la abeja gigante de Wallace en otros lugares.

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La noticia 38 años después, reaparece en Indonesia la abeja más grande del mundo: la Megachile Plutón fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

Lo que dice la ciencia sobre dormir con el móvil en tu almohada

Publicado originalmente en Xataka

Lo que dice la ciencia sobre dormir con el móvil en tu almohada

Sí, acostarte con el móvil podría ser malo para tu salud. Pero no por una cuestión de ondas y radiación, de cuya relación no existe evidencia alguna, sino por una cosa mucho más sencilla: la luz.

Los humanos somos seres profundamente marcados por nuestro reloj interno, el cual es controlado por la luz y otros estímulos. Irse a la cama con el móvil, con la tablet o con otro dispositivo electrónico podría provocar efectos adversos inesperados. ¿Qué dice la ciencia al respecto?

El problema de la luz azul

Los seres vivos estamos controlados por un reloj biológico conocido como ritmo circadiano. Grosso modo, este tiene la culpa de que nos sintamos más cansados a ciertas horas, que nos siente peor la comida por la noche o que durmamos peor. El ritmo circadiano está controlado por muchos factores. Pero, sin duda, el más importante es la luz.

La luz regula la segregación de melatonina, que es la hormona que regula el estado fisiológico que nos lleva al sueño, entre otras muchas cosas. Así, durante el día no se segrega apenas, mientras que cuando llega la luz rojiza del atardecer comienza su producción por parte la glándula pineal. Horas después, bajo la oscuridad de la noche, la melatonina alcanza sus picos, induciéndonos al sueño.

Esto ocurre porque activa una serie de cascadas metabólicas, es decir, señales químicas y fisiológicas en nuestro cuerpo. Y aquí es donde encontramos el verdadero problema: la luz azul. Los móviles y tablets, así como otros dispositivos, emiten luces brillantes, especialmente dentro del rango de los azules.

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La luz azul, que en la naturaleza está asociado al cielo diurno, es, con diferencia, la luz que más suprime la producción de melatonina. Es más, numerosos estudios, como los llevados a cabo por El Centro de Investigación Lumínica de Nueva York, han comprobado que la luz artificial es capaz de suprimir la secreción de melatonina. Además del rango de longitud de onda (que proporciona el color de la luz), otro factor determinante es la intensidad: cuanto mayor es, más se interrumpe el ciclo de secreción.

Con la parada de la melatonina se interrumpe el ciclo circadiano y la calidad del sueño desciende. Nuestro cerebro, ante los estímulos procedentes del dispositivo móvil, no entra en el estado de relajación necesario para dormir adecuadamente, el cual llega unos 45 minutos después (según los picos de melatonina) de que llegue la oscuridad.

La importancia de un buen sueño

Acostarnos con el móvil puede promover las causas del cáncer, de enfermedades cardiovasculares, de depresión... sí, y todo por culpa de la mala regulación del ritmo circadiano. Según la Organización Mundial de la Salud, reducir una sola hora de sueño de nuestras necesidades puede dificultar la concentración, y facilita la toma de decisiones incorrectas y la asunción de riesgos.

La falta de sueño ayuda a la aparición de enfermedades neurológicas y metabólicas. Como apuntábamos, también aumenta la posibilidad de padecer algunos tipos de cáncer, diabetes y un sinfín más de patologías. El sueño es importante, aunque no sabemos del todo por qué.

Es más, podemos decir con total seguridad que un buen sueño es imprescindible para nuestra salud. Hace ya un tiempo que sabemos que no es tan importante el tiempo que pasamos durmiendo como la calidad con la que lo hacemos. Cada persona tiene unas necesidades distintas, que oscilan entre las seis y las diez horas. Este tiempo es el necesario para completar de 45 minutos a una hora de sueño profundo.

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No dormir bien se asocia a todos los problemas anteriores. Según las evidencias encontradas por el Instituto de Farmacología y Toxicología y Neurociencias de Atlanta, usar los móviles y tablets en la cama se asocia con no dormir bien. Esta relación es la que determina, realmente, por qué no debemos dormir junto a nuestro móvil: porque necesitamos descansar mejor para tener más salud. Los dispositivos electrónicos son un impedimento potencial probado para conseguir dicho descanso.

¿Qué más peligros tiene dormir junto al móvil?

Un reciente estudio realizado por el Barcelona Institute for Global Health, asociado a la prestigiosa Pompeu Fabra, ponía de manifiesto que andar trasteando con el móvil por la noche tiene una interesante relación con el cáncer de próstata y de mama: aumenta su incidencia. Hace tiempo que el temor por las ondas trata de enlazar el cáncer al uso del móvil. A pesar de que está más que comprobado que no existe relación entre las ondas electromagnéticas producidas por los dispositivos electrónicos y efectos nocivos (como el insomnio, el cáncer), a veces el miedo sigué promoviendo ideas peregrinas y faslas. Sin embargo, la relación que comentábamos, igual que el resto, se debe a no dormir, y no a las ondas.

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Por otro lado, las evidencias obetnidas por un equipo de investigadores de la Universidad de Toledo, Ohio, ponía de manifiesto que la luz azul podría dañar nuestros ojos. Este trabajo todavía necesita ser avalado por otras pruebas, pero el estudio apunta a que fijar la vista en móviles y tablets durante mucho tiempo podría estar relacionado con la degeneración macular.

En conclusión, sí que hay un peligro relacionado con nuestros hábitos. Esto tiene un apartado positivo: podemos evitar el problema cambiando de costumbres. ¿Cómo? Por ejemplo, dejando de usar el móvil antes de acostarnos o en la cama. Otra opción, por ejemplo, es bajar el brillo y usar los sistemas "nocturnos" de los móviles, que cambian a tonalidades rojizas. ¿Y esto funciona? Parece ser que sí: las investigaciones llevadas a cabo por el equipo de Juan Antonio Madrid, uno de los mayores expertos en cronobiología del país, dicen que una luz adecuada puede ayudarnos a mantener el ritmo biológico en su sitio, algo que nos puede servir para mejorar nuestra calidad de vida.

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