domingo, 23 de abril de 2017

¿Datos en pantalla? Mala idea

D8ed60b79e0fe4dd3f601423dbdd6fbc Todos alucinamos con esos paneles transparentes de visualización de datos que aparecen en las naves espaciales de las películas. Un concepto que se ha ido trasladando al mundo real, en primer lugar en aviones y vehículos espaciales.

Sin embargo, estos sistemas de visualización llamados heads up (cabeza arriba), donde las lecturas de los instrumentos se proyectan sobre la pantalla frontal o la cubierta transparente de la cabina, en vez de verse en su posición convencional en los cuadros de mandos, no son tan buena idea como parece.

El problema de la atención

Nuestra intución nos puede decir que mirar al frente los datos de los instrumentos nos ahorra el tener que mirar hacia abajo y, por tanto, apartar la vista de lo que ocurre delante de nosotros, en el exterior. Sin embargo, los límites de la atención humana son mucho más coercitivos de lo que creemos.

Cuando esta información se limita a proporcionar la velocidad y poco más, funciona bien, pero si se llena de información (aunque no sea muy exagerado), entonces la atención del piloto se satura. Tal y como explica Dean Burnett en su libro El cerebro idiota:

Los pilotos tienen ante sí un sistema de visualización transparente, pero no están mirando más allá de él, en realidad. Se sabe de casos en los que han terminado aterrizando su avión sobre otro por culpa de ese efecto (en ejercicios de simulación, por fortuna nuestra). Y la propia NASA ha dedicado mucho tiempo a estudiar las mejores soluciones posibles para hacer viables esos sistemas de heads up, con un coste de cientos de millones de dólares.

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La noticia ¿Datos en pantalla? Mala idea fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

La IA también puede ser racista y sexista (al menos con su lenguaje)

Una Inteligencia Artificial (IA) que trata de emular nuestra inteligencia puede también empezar a comportarse mal, y por ello no debe extrañarnos que también pueda mostrar un lenguaje racista y sexista: porque aprende a partir de nuestra forma de comunicarnos.

Eso es lo que sugieren investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y de la Universidad de Bath (Reino Unido) en un reciente estudio publicado en la revita Science.

Test de Asociación Implícita

Los autores parten del denominado Test de Asociación Implícita (TAI), un método comúnmente utilizado para medir los prejuicios en los seres humanos, del que ya hemos hablado en Xataka Ciencia para señalar hasta qué punto todos somos prejuiciosos.

Según los autores de la investigación, "replicamos un espectro de prejuicios conocidos, como los que mide el test TAI, utilizando un modelo de aprendizaje automático, muy utilizado y puramente estadístico, entrenado con textos de la web.

“Por ejemplo, los nombres femeninos se asociaban principalmente a términos relacionados con la familia, mientras que los masculinos lo hacían a términos relacionados con carreras profesionales”, explica Aylin Caliskan, una de las autoras. Y no solo se transmitían los prejuicios de género, también los raciales. En el caso de la IA, también se asocian los nombres europeo-americanos con estímulos o términos positivos relacionados con el placer, como ‘regalo’ o ‘felicidad’. Arvid Narayanan, otro de los autores, achaca la transmisión de estos prejuicios no solo a la programación de sus creadores sino también a los datos con los que se ha ‘alimentado’ al sistema.
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Vía Xataka Ciencia

Debido a la basura espacial, en un siglo no podremos salir al espacio

Upperstage Explosion 0 Restos orbitan la Tierra de forma descontrolada y suman unos 166.000 millones de deshechos de diámetro superior a un milímetro y menor de un centímetro. Unos 750.000 tienen entre uno y 10 centímetros de diámetro. Otros 21.000 son mucho más grandes.

Si seguimos a este ritmo, la basura espacial impedirá que dentro de un siglo podamos viajar al espacio sin rieso de colisión.

Basura espacial

Invitado a la conferencia espacial que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha celebrado esta semana en Darmstadt y a la que han acudido 400 expertos de todo el mundo, la predicción de los cien años son palabras del astrofísico Donald Kessler, a quien le debemos la definición del llamado efecto Kessler. Sus palabras exactas fueron:

Dentro de cien años, ya no podremos poner en órbita más satélites y viajar al espacio se habrá vuelto demasiado peligroso, porque resultará prácticamente inevitable no chocar con alguna pieza de chatarra espacial. Es necesario hacer algo cuanto antes y, lamentablemente, el presupuesto de la NASA para el problema de la basura espacial no ha cambiado en los últimos 20 años, lo que suponer que será necesario hacer más con menos recursos.

A pesar de que se están proyectando algunas soluciones tecnológicas para resolver este problema, Kessler es escéptico porque son tecnologías que aún no se han probado. Sugiere, pues, que antes de nada es necesaria una regulación más estricta, y que los satélites deben ser construidos más a prueba de impactos.

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Vía Xataka Ciencia

El hongo que devora a las salamandras

La situación de las salamandras en Europa es alarmante. Un hongo de origen asiático está acabando con la población de la salamandra común, protagonista de nuestro #Cienciaalobestia. Este ‘devorador de salamandras’ transmite una enfermedad mortal en la piel de estos anfibios, y pone en peligro a toda la especie en el continente si no se frena su expansión.



Fuente: Noticias

En esta carrera de coches las distancias son menores de 100 nanómetros

l Ésta es la primera carrera de nanocoches de todo el mundo y se celebrará en un laboratorio de Tolouse el próximo 28 de abril. La carrera, con coches que no pueden verse a simple vista, será organizada por el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS).

Además, la distancia de la carrera será de solo 100 nanómetros.

Nanocoches

Seis equipos procedentes de tres continentes tendrán que competir con vehículos que tendrán un plazo de 36 horas para recorrer una distancia de cien nanómetros, menos de la milésima parte del tamaño de un cabello humano.

Y toda la carrera tendrá lugar en una pista de oro 50.000 veces más delgada que el trazo de un bolígrafo, y se moverán gracias al impulso eléctrico que les proporcionará un microscopio. La pista, además, permanece enfriada a unos pocos grados por encima del cero absoluto.

El objetivo es entusiasmar a la gente con la nanotecnología y las máquinas moleculares, dice el coorganizador Christian Joachim, químico que trabaja en el Centro de Elaboración de Materiales y Estudios Estructurales en Toulouse. La carrera también puede proporcionar conocimientos científicos a los concursantes que quieran aprender más acerca de cómo la moléculas individuales interactúan con las superficies.

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Vía Xataka Ciencia