sábado, 25 de marzo de 2017

Cuanto más mientes, más fácil es mentir

La repetición y escalada de las mentiras insensibilizan a la amígdala cerebral, lo que propiciaría a que mintiéramos más fácilmente, según concluye un estudio llevado a cabo por investigadores británicos del University College de Londres.

El estudio se basó en realizar una resonancia funcional al cerebro de 55 personas mientras participaban en tareas en las que podían mentir para obtener beneficios personales.

Escalada de mentiras

En el estudio, se estableció, mienta resonancia funcional, que la amígdala se activaba cuando las personas mentían para obtener un beneficio, pero la respuesta de la amígdala a la mentira disminuía con cada mentira, mientras que la magnitud de las mismas aumentaba.

Los sujetos del experimento debían hacer la estimación de la cantidad de monedas en un tarro transparente, pero podían mentir para lograr ventajas. Los remordimientos cuando más se mentía, pues, se reducían, como explica el estudio que ha sido publicado en Nature Neuroscience.
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La noticia Cuanto más mientes, más fácil es mentir fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

Este líquido se mueve por sí mismo

Sin la acción humana o de la gravedad, así es cómo se mueve este líquido autopropulsado cuyo primer paso han desarrollado investigadores del Centro de Ciencia e Ingeniería de Investigación de Materiales de Brandeis (MRSEC).

Con este primer paso, publicado en la revista Science, prometen que desarrollarán una clase totalmente nueva de fluidos.

Autopropulsado

Este avance se logró mediante la reproducción en el laboratorio de la compleja serie de procesos que permiten a las células a cambiar de forma y adaptarse a su entorno. Los investigadores de Brandeis extrajeron microtúbulos del cerebro de una vaca (tubos huecos cilíndricos que otorgan a las células esta propiedad de adaptación).

A continuación, agregaron otros dos tipos de moléculas que se encuentran en las células kinesina y adenosina trifosfato (ATP). Entonces, los microtúbulos alineados se dispusieron en paralelo entre sí. Una molécula de kinesina llegó entre ellos, conectándolos como una traviesa entre las vías del tren. Utilizando el ATP como fuente de combustible, la kinesina comenzó a moverse.

Estos líquidos autopropulsados pueden tener innumerables aplicaciones en el mundo real como, por ejemplo, que el petróleo podría moverse a través de una tubería sin necesidad de ser bombeado.
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