En Estados Unidos no es obligatorio etiquetar los alimentos transgénicos porque se consideran iguales que los otros. “Para que una semilla modificada genéticamente pueda venderse tiene que cumplir la equivalencia sustancial, es decir, que, salvo la modificación para una función concreta –como la resistencia a una plaga–, en todo lo demás es exactamente igual que las variedades convencionales”, explica Soledad de Juan, de la Fundación Antama.
Vía Muy Interesante
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