La introducción de los pesticidas en la agricultura supuso una revolución en el sector pero también la creación de un nuevo peligro. Combatir las plagas o mejorar la producción fueron algunos de los pretextos; las consecuencias todavía incalculables. La intoxicación provocada por el contacto o un mal tratamiento de estos productos ha provocado la muerte de muchas personas, en su mayoría agricultores. Los plaguicidas, y en especial algunos de sus componentes, se introducen en el entorno y permanecen allí durante décadas. Una estancia que, lejos de ser inocua, deja una huella perenne en nuestro organismo y en el medio ambiente.
Vía Noticias de Ecoportal
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