Habida cuenta de que los ruiseñores y otros animales, como las ballenas, parecen emitir largas melodías, ¿sienten alguna predilección para ellas o no capturan los matices que nosotros percibimos?
Las respuestas a esas preguntas no son fáciles porque no les podemos preguntar directamente a los animales qué es lo que piensan. Josh MacDermott, un neurocientífico cognitivo (y anteriormente pinchadiscos), no obstante, quiso responder a tales preguntas usando a titíes pigmeos y tamarindos comunes. Situó a los primates en un laberinto con forma de V equipado con un altavoz en cada uno de sus extremos y que reproducían diferentes tipos de música.
En función de que los animales escogieran uno u otro brazo de la V, podríamos estar ante una predilección. La selección musical incluía a Mozart, nanas, tecno y silencio. Tal y como explica Zoe Cormier en su libro La ciencia del placer:
McDermontt descubrió (tal vez para su profunda decepción) que los monos siempre optaban por el silencio. Es verdad que preferían la música lenta a la agitada y bailable, pero, de manera invariable, su pieza favorita era el silencio. Al parecer, las combinaciones sónicas del Homo sapiens molestaban a los pequeños primates.
Con todo, aquí podéis echar un oído a las primeras canciones para gatos creadas por científicos.
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La noticia ¿A los animales también les gusta la música? fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Vía Xataka Ciencia
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