El descubrimiento de un extraño cráneo en 1942 hizo que algunos paleontólogos pensaran que el Tyrannosaurus rex tuvo un primo pigmeo, de apenas cinco metros de longitud. Hoy pocos investigadores defienden la existencia del Nanotyrannus, y un estudio publicado esta semana pone el último clavo en el ataúd de esta hipótesis.
Fuente: Noticias
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