Con las ciudades vacías, muchos animales, que antes tenían miedo a los humanos, salen con más facilidad o cambian sus comportamientos. Para los expertos, la casi nula actividad humana crea una trampa ecológica y una falsa percepción de que las urbes son un buen lugar para vivir. Además, algunas especies pueden dejar de percibir a los humanos como un peligro.
Fuente: Noticias
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