La idea principal de cualquier ley de semilla es que los productores “únicamente siembren semillas de buena calidad”. Todo ello con el propósito de incrementar la productividad, los rendimientos para así alimentar mejor a la población. Noble argumento, el cual encierra un sin fin de complejidades e inexactitudes que suelen confundir y desanimar las tantas buenas intenciones que las leyes ofrecen y a quienes las promueven y fomentan.
Vía Noticias de Ecoportal
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