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sábado, 2 de marzo de 2013
Un delicioso pastel que parece un pitón de verdad (4 Fotos)
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¿Cuál es la probabilidad de que caiga otro rayo en San Pedro?
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Mundo Loco: 5 noticias curiosas que no te contamos, Marzo 2, 2013
Vía Curiosidades
Diez cosas que probablemente no sabía la semana pasada
Vía BBCMundo.com | Curiosidades
[Vídeo] Cómo reaccionan niños del Congo al ver un hombre blanco por primera vez
Hay personas que nunca han visto a un hombre blanco en su vida, que los hombres blancos les parecen rarezas como las que os describí en Esas anómalas personas de cara blanca llamadas europeos.
La mejor prueba de ello es descubrir cómo reaccionan un grupo de niños que pertenecen a los los mbuti, una etnia de cazadores recolectores nómadas que viven en la jungla, en la región noreste de la República Democrática del Congo, cuando ven a Justin Wren, un luchador profesional de artes marciales mixtas, que acompañaba a un grupo de voluntarios en la zona.
Vía | AbadíaDigital
Vía Xatakaciencia
Los insectos silvestres polinizan las cosechas mejor que las abejas domésticas
Fuente: Noticias
¿Cómo eran los primeros archivos comprimidos cuando ni siquiera existía Internet? (y II)
Tal y como os adelantaba en la primera entrega de este artículo, algunos manuales se editaban específicamente para determinados usuarios, como los financieros, los comerciantes o los agentes de bolsa: para ellos, el más popular fue el libro de 1870 y 1880 The A B C Universal Commercial Electric Telegraphic Code, concebido por William Clauson-Thue. Para que nos hagamos una idea de hasta qué punto se clasificaban y ordenaban las frases clave, echemos un vistazo a la palabra “pánico”, por ejemplo, a la que se asignan los números 10054-10065):
Un gran pánico domina en…
El pánico está calmándose
El pánico continúa
Lo peor del pánico ya ha pasado
El pánico puede considerarse que ha cesado.
O para lluvia (11310-11330):
No puede funcionar debido a la lluvia
La lluvia ha hecho mucho bien
La lluvia ha causado gran cantidad de daños
La lluvia cae ahora en serio
Continúan todas las perspectivas de lluvia
Lluvia muy necesaria
Lluvia a veces
Lluvias generalizadas.
O para naufragio / naufragar / ruina (15388-15403):
Levó anclas y naufragó
Se intentará por todos los medios evitar el naufragio
Va a ser necesariamente una ruina total
Las autoridades aduaneras han vendido el barco hundido
El cónsul ha empleado a todos los hombres para evitar el naufragio.
A medida que las redes telegráficas se extendían por el mundo, las tarifas internacionales, más gravosas, impulsaron aún más los libros de códigos para ahorrar dinero en los mensajes.
Por eso aparecieron libros de códigos que aún comprimían mucho más los mensajes, como el editado en 1885 por W. H. Beer y Compañía, de Convet Garden, que vendían por un penique en Pocket Telegraphic Code, un pequeño libro que contenía “más de trescientos telegramas de una sola palabra”, organizados con claridad por temas.
A finales de siglo, los telegrafistas del mundo entero, por medio de las Conferencias Telegráficas Internacionales celebradas en Berna y en Londres, habían sistematizado los códigos con palabras en alemán, español, francés, holandés, inglés, italiano, latín y portugués. Los libros de códigos prosperaron y conocieron una gran expansión durante las primeras décadas del siglo XX y luego se esfumaron en la oscuridad.
Naturalmente, los códigos llegaron a comprimir tanta información en tan pocas palabras o números que la información, además de transmitirse de forma más tosca y carente de matices, se volvía especialmente vulnerable: el más mínimo error en la condensación podía pervertir todo el sentido del mensaje, como ocurrió con un celebre caso que incluso llegó a los tribunales, tal y como señala James Gleick:
El 16 de junio de 1887, un tratante de madera de Filadelfia llamado Frank Primrose telegrafió a su agente en Kansas para decirle que había “comprado” (BOUGHT) – abreviado en su código particular en compara (BAY) – quinientas mil libras de lana. Cuando llegó el mensaje, la palabra clave se había convertido en compra (BUY). El agente empezó a comprar lana, y en poco tiempo el error le costó a Primrose veinte mil dólares, según el pleito que puso a la Compañía Telegráfica Western Union. La batalla legal se prolongó durante seis años, hasta que finalmente el Tribunal Supremo dio validez a la letra pequeña incluida al dorso del impreso que debía rellenarse para poner el telegrama; en él se especificaba el procedimiento a seguir para protegerse contra los errores.
Vía Xatakaciencia
¿Cómo eran los primeros archivos comprimidos cuando ni siquiera existía Internet? (I)
Como hasta hace poco ocurría con los SMS (que desarrollaron todo un lenguaje casi taquigráfico, tipo “ola k ase”), o como sucede actualmente con el zip, el arj o el rar, enviar mensajes en el pasado, antes de que existiera Internet, también era caro, de modo que ello trajo aparejado toda una tradición de compresión de mensajes.
Uno de los principales inversores o promotores de esta cultura de la condensación de mensajes, adaptada a la época en la que la gente se comunicaba a través del telégrafo electromagnético de Morse, fue el congresista Maine Francis O. J. Simith con su manual: The Secret Corresponding Vocabulary; adapted for use to Morse´s Electro-Magnetic Telegraph: and also in conducting griten correspondence, transmitted by the mails or otherwise (“Vocabulario de correspondencia secreta; adaptado para su uso en el telégrafo electromagnético de Morse; y también para la correspondencia manuscrita, enviada por correo o por otros medios”).
Tal y como lo explica James Gleick en La información:
No era más que una lista alfabética numerada de cincuenta y seis mil palabras inglesas, desde Aaronic hasta zygodactylous, más las correspondientes instrucciones. “Suponemos que la persona que escribe y la que recibe el mensaje están en posesión de una copia de la presente obra”, señalaba Smith. “En vez de mandar sus comunicados en palabras, envían sólo números, o una parte en números y otra en palabras”.
En realidad, el objetivo primero de esta clase de manuales fue la de encriptar los mensajes, a fin de que ojos ajenos no pudieran fisgonear en el contenido.
Pero la obra de Smith, como otros tantos folletos y manuales del estilo, como el de E. Erskine Scott Three Letter Code for Condensed Telegraphic and Inscrutably Secret Messages and Correspondece, facilitaban una forma de comprensión de los mensajes, y en consecuencia una forma de que éstos salieran más baratos o se transmitieran más rápido.
Abreviar los mensajes significaba ahorrar dinero. Los clientes pensaban que la mera sustitución de las palabras por números servía de muy poco en este sentido: costaba lo mismo mandar un mensaje con “3747” que con “pirita”. Así, pues, los libros de códigos se convirtieron en diccionarios de frases. Su finalidad consistía más o menos en meter los mensajes en cápsulas, impenetrables a las miradas entrometidas y aptas para una transmisión eficaz. Y naturalmente, desde el punto de vista del destinatario, para sacarlos de ellas.
Los manuales de encriptación y condensación de mensajes ya no sólo contenían palabras sino nombres geográficos, nombres de personas, empresas que cotizaban en bolsa, y hasta registros navieros.
En la próxima entrega de este artículo , veremos algunos de estos manuales en profundidad.
Vía Xatakaciencia
Foto viral: Niño nace con saco amniótico sin romperse
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