Un trabajo de genética forense ha comparado el ADN extraído de un mechón de cabello del líder nativoamericano Toro Sentado, asesinado en 1890, con el de su supuesto descendiente vivo más cercano. La técnica, que ratifica por primera vez una relación familiar entre personas vivas e históricas, demuestra que el jefe sioux fue su bisabuelo.
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