sábado, 7 de septiembre de 2019

Si las palomas son tan buenas como los humanos diagnosticando cáncer, necesitamos algoritmos

Si las palomas son tan buenas como los humanos diagnosticando cáncer, necesitamos algoritmos

En un curioso estudio de 2015, a un grupo de 16 palomas se les proporcionó una pantalla táctil y se les asignó la tardea de examinar una serie de imágenes de tejido mamario. Lo único que tenían que hacer era decidir si los patrones de la imagen apuntaban a la posibilidad de que hubiera vestigios de cáncer

Tras un corto período de entrenamiento, las palomas obtuvieron unos resultados sorprendentes: trabajando de forma independiente, las palomas evaluaron correctamente el 85 % de las muestras. Lo más sorprendente, sin embargo, vino luego.

Algoritmos

Si los resultados del experimento con las palomas era ya sorprendente, más lo fue cuando se agruparon las respuestas de las palomas, combinando los votos de cada una para realizar una evaluación general de cada imagen. Entonces la tasa de precisión alcanzó el 99 %.

¿Qué significa todo esto? Hannah Fry ofrece un poco de luz a estos inquietantes resultados en su libro Hola mundo. Cómo seguir siendo humanos en la era de los algoritmos:

Apresurémonos a decir que, de momento, los puestos de trabajo de los patólogos no corren peligro. Ni creo siquiera que los científicos que diseñaron el estudio estuvieran sugiriendo que podía reemplazarse a los médicos por vulgares palomas. Pero el experimento sí demostró algo importante: detectar patrones ocultos en grupos de células no es una habilidad exclusivamente humana. Entonces, si una paloma puede hacerlo, ¿por qué no un algoritmo?

Y los algoritmos son mucho mejores que los médicos a este respecto. En otro estudio de 2015, por ejemplo, se tomó 72 biopsias de tejido mamario, y se solicitó la opinión a 115 patólogos. El resultado fue que el diagnóstico solo coincidió el 48 % de las veces. Como señala Fry, "ver reducido tu diagnóstico más o menos a un 50 % de probabilidades equivale prácticamente a lanzar una moneda al aire: si sale cara podrían terminar haciéndote una mastectomía innecesaria".

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Vía Xataka Ciencia

Se concible el acelerómetro más pequeño del mundo: nuevas posibilidades para wearables

Se concible el acelerómetro más pequeño del mundo: nuevas posibilidades para wearables

Los dispositivos vestibles o wearables como los monitores de actividad son un buen ejemplo del Internet de las cosas, puesto que cosas como la electrónica, software, sensores y conectividad son mecanismos que permiten a los objetos intercambiar información a través de Internet con un fabricante, operador u otros dispositivos conectados. Pero se necesita cada vez más miniaturización.

Un buen ejemplo es este nuevo acelerómetro concebido gracias al grafeno por parte de un equipo de investigación internacional que involucra al Instituto Real de Tecnología KTH, la Universidad RWTH Aachen y el Instituto de Investigación AMO GmbH, Aachen.

Nanotecnología

Durante décadas, los sistemas microelectromecánicos (MEMS) han sido la base de nuevas innovaciones en, por ejemplo, la tecnología médica. Ahora estos sistemas están comenzando a pasar al siguiente nivel: sistemas nanoelectromecánicos o NEMS.

La medida por la cual se juzga a cualquier conductor es la facilidad y rapidez con que los electrones pueden moverse a través de él. En este punto, junto con su extraordinaria resistencia mecánica, el grafeno es uno de los materiales más prometedores para una impresionante variedad de aplicaciones en sistemas nanoelectromecánicos. Según explica Xuge Fan, investigador del KTH:

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Podemos reducir los componentes debido al grosor de la escala atómica del material, y tiene excelentes propiedades eléctricas y mecánicas. Creamos un acelerómetro NEMS piezoresistivo que es mucho más pequeño que cualquier acelerómetro MEMS disponible en la actualidad, pero conserva la sensibilidad que estos sistemas requieren. Con el tiempo, esto podría beneficiar a los teléfonos móviles para la navegación, los juegos móviles y los podómetros, así como a los sistemas de monitoreo de enfermedades cardíacas y dispositivos de captura de movimiento que pueden monitorear incluso los movimientos más leves del cuerpo humano.

Otros usos potenciales de estos transductores NEMS incluyen sensores ultraminiaturizados como resonadores, giroscopios y micrófonos. Además, estos transductores NEMS pueden usarse como un sistema para caracterizar las propiedades mecánicas y electromecánicas del grafeno.

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Vía Xataka Ciencia

Los malos hábitos no son los únicos que aumentan el riesgo de cardiopatías: también pequeñas variaciones genéticas

Los malos hábitos no son los únicos que aumentan el riesgo de cardiopatías: también pequeñas variaciones genéticas

Fumar y llevar una dieta pobre son los mayores riesgos a la hora de desarrollar una enfermedad cardiovascular. Sin embargo, hay personas que son más susceptibles de padecer una cardiopatía debido a pequeñas variantes genéticas.

Dos de estas pequeñas variaciones genéricas que pueden modular el comportamiento de las plaquetas, y que por tanto pueden afectar al riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, han sido identificadas ahora por parte de investigadores de la Fundación Cardeza para la Investigación Genética en la Universidad Thomas Jefferson de Estados Unidos.

Plaquetas

Las plaquetas son pequeñas células que circulan en la sangre; participan en la formación de coágulos sanguíneos y en la reparación de vasos sanguíneos dañados. Cuando un vaso sanguíneo se lesiona, las plaquetas se adhieren al área dañada y se distribuyen a lo largo de la superficie para detener la hemorragia (este proceso se conoce como adhesión).

El número de plaquetas y el volumen de las mismas se regulan mediante la expresión de ciertos genes Y esto es importante, porque, generalmente, cuando las plaquetas se activan, se unen entre sí y contribuyen a la coagulación. En relación a ello, si en una cardiopatía además se acumula grasa, colesterol y otras sustancias no saludables en las paredes de las arterias se contribuye al desarrollo de enfermedades como ateroesclerosis.

El gen CD36 es uno de estos genes que regula los niveles de plaquetas y su activación, tal y como se desprende de este estudio en el que se buscó pequeños cambios en el código genético del CD36. La revisión de los datos identificó 81 cambios en el genoma, dos de los cuales eran estas variantes funcionales.

Los investigadores tratan ahora de identificar de qué proteína se trata y el mecanismo por el cual puede regular la expresión de CD36 en aras de poder establecer personas que tengan más riesgo de sufrir cardiopatías y así establecer terapias de prevención más eficaces.

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Vía Xataka Ciencia

Lo que opinaba Carl Sagan sobre el cambio climático en el año 1993

Lo que opinaba Carl Sagan sobre el cambio climático en el año 1993

La preocupación sobre el medio ambiente no es nuevo. Quizá su enfoque, y sobre todo su popularización, es lo que ha cambiado. Popularizar una idea tiene su faceta positiva, porque permite que aumente la preocupación sobre sí misma y moviliza mejor los recursos para solventarla. Sin embargo, hay una faceta negativa: toda idea que se populariza tienda a vulgarizarse para que sea comprendida por el mayor número de personas posible.

Y, paralelamente, tienen lugar otras fuerzas nocivas: los activistas exacerban el sentido agorero de la noticia en aras de llamar más la atención y los medios de comunicación realimentan este aspecto negativo porque aumenta la audiencia. A su vez, mostrarse preocupado por el asunto objeto de glosa aporta puntos sociales y de reputación, lo que desencadena una carrera armamentística para demostrar quién está más preocupado y, sobre todo, quién asume más cambios en su vida en relación a esa idea, comprometiéndose. Porque el problema de las ideas es que cuando se vulgarizan, se popularizan, tienden al error. Basta con leer lo que opinaba Carl Sagan sobre una de estas ideas populares actuales (el cambio climático) para descubrir cómo han cambiado las cosas en solo 25 años.

La Madre Naturaleza no existe

Ya se han producido cinco extinciones masivas que acabaron con prácticamente toda la flora y fauna de la Tierra (¡5 veces!). En ninguna de esas extinciones participó el ser humano.

Otras formas de vida, además, han cambiado el mundo de formas mucho más profundas que el ser humano: hace 3 000 millones de años, la vida cambió el color de los mares interiores; hace 2 000 millones de años, la composición general de la atmósfera; hace 1 000 millones de años, el tiempo atmosférico y el clima; hace 300 000 años, la geología del suelo, como explica Carl Sagan en Sombras de antepasados olvidados:

Estos cambios profundos, causados todos por formas de vida que tendemos a considerar "primitivas" y desde luego por procesos que calificamos de naturales, dejan en ridículo los temores de quienes piensan que los hombres, con su tecnología, han conseguido ahora "el fin de la naturaleza". Estamos extinguiendo muchas especies; quizá incluso consigamos destruirnos a nosotros mismo. Pero esto no es anda nuevo en la Tierra.

El peor enemigo de la naturaleza es la naturaleza. Si algún día diseñar tecnologías que controlen sus veleidades, tal vez, y solo tal vez, saldremos vivos. Para ello hace falta activismo, sí, pero no tanto del que considera la madre naturaleza su nueva deidad; hace falta información, pero no alarmismos para ganar lectores; y, sobre todo, hace falta humildad: el medioambiente está sujeto a muchas variables, y cada acto despliega una miríada de consecuencias inesperadas.

No se trata solo de contaminar menos dado que cada vez somos más millones de personas y no parece que la cifra vaya a detenerse a corto plazo; no se trata de atrasar unos años el problema mediante competiciones sobre quién es menos contaminante (como prohibir botellas de agua de plástico en un aeropuerto cuando cada vuelo equivale a 100.000 botellas), sino de solucionarlo.

Lamentablemente, ahora ya no tenemos a Carl Sagan para que nos siga iluminando el camino. Tenemos a Greta Thunberg.

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