domingo, 9 de junio de 2019

Internet altera áreas de nuestro cerebro asociadas a la cognición, según un nuevo estudio

Internet altera áreas de nuestro cerebro asociadas a la cognición, según un nuevo estudio

Algunas capacidades cognitivas, procesos relacionados con la memoria y el modo en que se producen las relaciones sociales podrían estar siendo afectadas por el uso de internet.

Es lo que al menos sugiere un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores de la Western Sydney University, la Harvard University, el Kings College, el Oxford University y la Manchester University, que señalan cómo internet puede producir alteraciones tanto agudas como sostenidas en áreas específicas de la cognición, que pueden reflejar cambios en el cerebro y afectar nuestra atención.

Cambios cerebrales

En el estudio se investigaron las principales hipótesis sobre cómo Internet puede alterar los procesos cognitivos, y analizaron hasta qué punto estas hipótesis fueron apoyadas por hallazgos recientes de el campo de la psicología, la psiquiatría y la neuroimagen.

El extenso informe, dirigido por Joseph Firth, investigador principal en el NICM Health Research Institute, Western Sydney University e investigador honorario en la Universidad de Manchester, combinó la evidencia para producir modelos revisados sobre cómo Internet podría afectar la estructura del cerebro.

Por ejemplo, internet nos alienta a mantener constantemente una atención dividida, que luego puede disminuir nuestra capacidad para mantener la concentración en una sola tarea. Además, según Firth:

Dado que ahora tenemos la mayor parte de la información del mundo literalmente a nuestro alcance, esto parece tener el potencial de comenzar a cambiar las formas en que almacenamos, e incluso valoramos, los hechos y el conocimiento en la sociedad y en el cerebro.

Si bien Firth advierte de que se necesita más investigación, evitar los posibles efectos negativos podría ser tan simple como garantizar que los niños no se pierdan otras actividades de desarrollo cruciales, como la interacción social y el ejercicio, al pasar demasiado tiempo usando dispositivos digitales.

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La noticia Internet altera áreas de nuestro cerebro asociadas a la cognición, según un nuevo estudio fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

¿Es moralmente correcto tener hijos en un mundo condenado por el cambio climático?

¿Es moralmente correcto tener hijos en un mundo condenado por el cambio climático?

Tener hijos es medioambientalmente insostenible, como ya explicaba un siniestro personaje en la serie Utopía. Y, aunque apoyemos la estafa piramidal que consituye el sistema de pensiones actual, esos hijos que tendremos estarán condenados a un mundo ciertamente apocalíptico.

Así pues, ¿es moralmente cuestionable tener hijos? Más aún: ¿Las personas más concienzadas con el medioambiente deberían ser las que porcentualmente menos hijos debería tener (ya sea para no contribuir a ello, ya sea para evitar sufrimiento a generaciones futuras con trazas de sus genes)? Vamos a tratar de analizar todas las facetas espinosas de esta cuestión.

Superpoblación

Para muchas personas, la Tierra está superpoblada. No es algo que todo el mundo sostenga, porque hay quienes señalan que la superpoblación no es una cuestión de número de personas que seamos, sino de nuestras capacidades tecnológicas para extraer recursos, multiplicar su eficiencia o cambiar a otros recursos cuando los escasos se agotan.

También hay quienes creen que, en realidad, somos muy pocas personas, porque todos cabríamos en la Península Ibérica con la densidad demográfica de Nueva York (es decir, en una mega ciudad tipo Nueva York del tamaño de la Península Ibérica), dejando el resto de la Tierra completamente vacía.

También, al ser más personas, también habrá más cabezas (más científicos, por ejemplo) tratando de multiplicar los recursos o las maneras de sobrevivir. Después de todo, vivimos rodeados de abundancia: solo hay que saber cómo extraerla: por ejemplo, la abundancia de la energía del sol. Jeremy Rifkin es optimista, como explica en el libro La sociedad del coste marginal cero: "Mi opinión es que, de no surgir imprevistos, el 80% de la energía que generemos será renovable antes de 2040".

Contradicción

Sin embargo, estos argumentos optimistas no suelen convencer a la mayor parte de las personas, que se dejan arrastrar por los discursos más agoreros consistentes en que el ser humano es una plaga que arrasa en planeta, que la madre naturaleza es buena y prístina (e ignoran que dentro de unos años nos congelará, y dentro de unos millones más, el sol nos devorará). Y son precisamente estas personas, la mayoría, las que tienen una concepción del futuro muy distópica y contemplan la ciencia y la tecnología con cierto aire ludita, las que se reproducen, las que tienen más hijos (más personas que contaminan) a la vez que están condenando a su prole al futuro negro que ellos mismos predicen.

¿No es eso una contradicción moral? Reducir nuestras emisiones a la vez que no dejamos de multiplicarnos no parece un juego justo de equilibrio: si ya resulta difícil que reduzcamos la emisiones a la vez que cada vez más países están entrando en el Primer Mundo, ¿cómo no va a resultarlo si, además, somos cada vez más millones de individuos? Las emisiones no dejan de crecer, de hecho, a la vez que cada día que pasan más de 100.000 personas de media abandonan la pobreza extrema (es decir, empiezan a contaminar más). Si las emisiones no dejan de crecer, ¿tener más y más hijos no acrecentará ese problema?

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El futuro siempre fue agorero

Predecir el futuro no es fácil. En 1798, Thomas Malthus predijo que la población humana inevitablemente superaría al suministro de alimentos. No fue así, principalmente debido a los avances tecnológicos que Malthus no pudo prever. Una persona optimista, o mejor dicho un optirrealista, raramente pensará que estamos encaminados al desastre. Raramente condenará tener más hijos. Ni seguir contaminando razonablemente: porque la solución no es tanto el ascetismo como nuevas tecnologías que generen menos emisiones (o sea, ¿quién ha hecho más por los árboles, los ecologistas o en pendrive?).

Pero la mayoría de la gente no es optimista en este sentido. Y uno, entonces, se pregunta cómo puede una persona tan pesimista con el futuro del planeta, y tan pesimista también a propósito de las fuerzas transformadoras de las nuevas ideas, la ciencia y la tecnología, tener hijos. Plantearse ni siquiera tener un hijo a la vez que censura el uso de plásticos. Tener hijos y volar en avión en sus vacaciones (un solo vuelo equivale a muchas más bolsas de plástico de las que puedas usar en toda tu vida) a la vez que se echa las manos a la cabeza cuando no has separado correctamente la basura la orgánica.

Tener hijos no está mal. Tener hijos mientras mantienes un discurso tremendista, oscurantista y agorero, amén de ludita y flower power, sin embargo, parece bastante contradictorio a nivel lógico y moral. Con todo, el debate está abierto. ¿Qué pensáis vosotros?

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Vía Xataka Ciencia

El desproporcionado poder de concentración de los sectores económicos en solo un puñado de empresas

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Las grandes empresas (y muy pocas de ellas, en realidad) han sido el medio más eficiente para organizar la producción y distribución masiva de bienes y servicios. La unión de cadenas de suministro, procesos de producción y canales de distribución, pues, están en muy pocas manos, concretamente en empresas integradas verticalmente.

La gestión centralizada de estas empresas ha permitido reducir drásticamente los costs de transacción, ha aumentado la productividad y la eficiencia, ha reducido los costes marginales de producción y distribución, y naturalmente ha rebajado el precio para el consumidor de bienes y servicios. La tecnología ha sido clave también en esta dinámica, tanto para reforzarla como para aprovehcarse de ella. A pesar de todos estos beneficios, puede resultar inquietante que el pastel se reparta en tan pocas empresas (al menos en el ámbito estadounidense), como veremos a continuación.

Petróleo

Tres de las cuatro empresas más importantes de los Estados Unidos son grandes petroleras: Exxon-Mobil, Chevron y Conoco Phillips, que controlan gran parte del mercado interior del petróleo.

Telecomunicaciones

Si seguimos en el ámbito estadounidense, AT&T y Verizon controlan, entre las dos, casi tres cuartas partes del mercado de las telecomunicaciones.

Electricidad

Jeremy Rifkin explica hasta qué punto el negocio de la electricidad está concentrado en su libro La sociedad del coste marginal cero:

Un estudio publicado en 2010 por el Gobierno federal reveló que, en la mayoría de los Estados, una sola compañía eléctrica controlaba del 25 al 50 % del mercado; en conjunto, solo 38 empreas (el 5 % de un total de 699) controlan el 40 % de la generación de electricidad en los Estados Unidos.

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Automoción

Solo cuatro empresas (General Motors, Ford, Chrysler y Toyota) copan el 60 % del mercado.

Medicos de comunicación

Cinco grandes grupos mediáticos controlan más de la mitad de los medios de comunicación estadounidenses: News Corp, Google, Garnett, Yahoo y Viacom.

Otros sectores

En sectores como los salones recreativos, la alimentación y el ocio, CEC (Chuck E. Cheese´s) Entertainment, Dave & Busters, Sega Entertainment y Namco Bandai Holdings poseen una cuota de mercado del 96 por ciento. ¿A qué se debe todo esto? Según Rifkin:

Esta concentración sin precedentes (e inimaginable) de poder económico no se debe a la casualidad ni a la codicia insaciable del ser humano. Tampoco se puede achacar solo a la desregulación o a la ineptitud (peor aún, a la colusión y corrupción) de los políticos, aunque estos factores hayan contribuido a ella. En un nivel más fundamental, ha surgido inexorablemente de las matrices de comunicación/energía que han formado la baso de la Primera y Segunda Revolución Industrial.

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Vía Xataka Ciencia

El cambio climático altera el ciclo vital de los salmones rojos del Pacífico

Hasta ahora, los salmones rojos juveniles del Pacífico permanecían cerca de dos años en sus lagos o arroyos de nacimiento antes de dirigirse al océano. Un nuevo estudio muestra que este fenómeno se está produciendo antes por el cambio climático. Una vez en el mar, los peces, protagonistas de #Cienciaalobestia, tardan más en madurar y crecer.  



Fuente: Noticias