Los seres vivos emplean solo un puñado de elementos químicos, como carbono, oxígeno, hidrógeno o nitrógeno, pero la humanidad demanda otros mucho más escasos, como oro, cobre, níquel o las escasísimas tierras raras. Esta creciente divergencia conlleva riesgos ambientales, socioeconómicos y geopolíticos, advierte un nuevo estudio.
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