Científicos australianos han secuenciado el genoma marsupial más completo hasta la fecha: el del koala. La información que proporciona podría ayudar al tratamiento de enfermedades y a su conservación, ya que se espera que sus poblaciones disminuyan hasta en un 50% en los próximos veinte años.
Un equipo internacional de astrónomos ha fotografiado e investigado al nuevo compañero de la estrella enana PDS 70, un planeta de gas gigante con mayor masa que Júpiter y una temperarura de unos 1.000 ºC. Por primera vez y gracias al Instrumento SPHERE del European Southern Observatory, los investigadores han logrado captar la formación planetaria e incluso sus características atmosféricas y físicas.
Uno de los finalistas del 3M Young Scientist Challenge, el robot de Anna Du, está diseñado para usar luz infrarroja para ayudarnos a comprender hasta qué punto el plástico está infectando nuestros océanos.
Anna Du, es una chica de sexto grado de Andover, Massachusetts, y tiene doce años.
3M Young Scientist Challenge
De los millones de toneladas métricas de plástico que ingresan al océano cada año, los investigadores aún no saben exactamente dónde se ubica todo.
A medida que los científicos comienzan a rastrear el plástico oceánico desde aviones e incluso desde el espacio, esta inventora de doce años espera ayudar al esfuerzo con un dispositivo propio: un robot que puede atravesar el océano identificando plástico y que eventualmente podría recolectarlo también.
Du se dio cuenta de que identificar la ubicación del plástico en el océano era un paso importante y se inspiró en las empresas de reciclaje que utilizan luz infrarroja para identificar y clasificar los plásticos. Su nuevo ROV submarino también emplea infrarrojos para identificar el plástico, en un novedoso sistema que diseñó para mantener bajos los costes.
Anna eligió usar infrarrojos en su dispositivo ROV porque pueden ayudar a los científicos a distinguir los microplásticos de otros materiales no peligrosos bajo el agua sin tener que enviar muestras al laboratorio.
El siguiente paso como finalista es trabajar con un científico de 3M para afinar y mejorar el dispositivo. En caso de ser viable, este proyecto se puede transformar en una herramienta para ayudar a los científicos a detectar dónde están los fatídicos microplásticos.
Du también quiere crear más adelante una máquina que pueda capturar y retirar el plástico que encuentre, con el objetivo de hacer "la máquina más eficiente para limpiar plásticos".
Du es uno de los diez finalistas en el Discovery Education 3M Young Scientist Challenge. Entre otros finales, se incluye a Cameron Sharma, de 14 años, que inventó un algoritmo que identifica vacunas personalizadas contra la gripe utilizando inteligencia artificial y aprendizaje automático, y Krish Wadhwani, de 14 años, que inventó un medicamento que potencialmente podría curar la enfermedad de Huntington.
En octubre, ella y los otros 9 finalistas participarán en la competencia final en el 3M Innovation Center en Saint Paul.
Momo, un cohete no tripulado de 1 tonelada, con 10 metros de largo y 50 centímetros de diámetro, explotó segundos después del despegue este 30 de junio, desde la base de Taiki, en la isla de Hokkaido.
Momo, de Interstellar Technologies, es el primer cohete espacial comercial japonés, y éste constituye su segundo fracaso.
Momo
Con Momo, Interstellar Technologies aspira a reducir el coste de acceso para colocar satélites en órbita y, en parte, recurre al crowdfunding para lograrlo.
En primer fracaso tuvo lugar en el julio pasado, cuando trató llevar a Momo-1 a una altitud de más de 100 kilómetros, pero tuvo que abortar después de perder contacto unos 70 segundos después del vuelo.
En esta ocasión, Momo-2perdió empuje cuatro segundos después del despegue y que el motor principal probablemente encontró un problema. Momo-2 estaba programado para caer al mar después de alcanzar el espacio exterior.
Investigadores de la universidad de Granada, en colaboración con dos firmas españolas, han demostrado el potencial de microorganismos de anémonas y pepinos de mar frente a bacterias y hongos. Según el equipo, entre sus posibles aplicaciones destacan el diseño de antimicrobianos que permitan combatir tanto patógenos humanos, como de cultivos agrícolas y especies de acuicultura.
Para definir los colores de una imagen se suele utilizar un sistema de once nombres bien conocidos, como blanco, rojo, verde y azul, pero un equipo de científicos chinos y europeos propone usar otros 28 adicionales, como borgoña, salmón, lavanda, ciruela, tan y verde oliva. Estos nuevos descriptores ofrecen mejores resultados a la hora de clasificar imágenes, identificar personas y realizar el seguimiento visual de individuos.