sábado, 12 de octubre de 2013

Un perro al que le gusta ver partidos de fútbol americano!

Como a los animales no se les permite entrar a los estadios a ver partidos de algún deporte, este perro se divierte y gusta de ver los partidos de fútbol americano por televisión…



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Artista pinta con sus ojos

La pintura es una de las expresiones artísticas más bellas del mundo que no tienen limites, es por eso que Leandro Granato innova la manera de pintar, este artista argentinoa aspira la pintura para después expulsarla por los ojos. Su arte cambia las perspectivas, logrando que el ojo no solo sea el receptor del arte, […]



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Hombre descansa durante un caos vial!

Para no desesperarse durante un caos vial o embotellamiento, es preferible relajarse y descansar como lo hace este hombre en una hamaca. La paciencia es una virtud que se puede cultivar cada día y nos sirve para vivir más felices…



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¿Por qué nos besamos? (¿Y por qué no nos parece asqueroso hacerlo?)

besoBesarse no es nada higiénico, e incluso resulta bastante asqueroso si excluimos el placer que produce: nada menos que juntar los músculos orbicularis oris y apretarlos unos contra otros, hasta el punto de que pueden explorarse las respectivas cavidades bucales con la lengua, intercambiando saliva, señales químicas y bacteriológicas… Recordemos que muchos de nosotros, antes de probarlo en nuestra adolescencia, considerábamos el beso como algo repugnante (hasta que lo probábamos y descubríamos la constelación de placeres que producía).


Porque, a pesar de todo, besar nos proporciona placer, deseo, conexión con la otra persona. Besar es algo tan especial que incluso muchas prostitutas prefieren abstenerse de practicarlo, o incrementan la tarifa estipulada para acceder a ello.



Besar, de hecho, resulta tan poco natural, tan poco orientado a la reproducción, tan arriesgado a nivel infeccioso, que incluso podríamos compararlo, con todas las reservas, al sexo anal, el cunnilingus, la felación, y otro largo etcétera de prácticas en las que diversas partes del cuerpo se usan, de forma exadaptativa, para fines para las cuales no fueron concebidos (como la nariz se usa exadaptativamente para sujetar las gafas).


De hecho, tal y como hoy en día el sexo anal y otras prácticas no orientadas a la procreación están cuestionadas por algunas religiones, durante la Edad Media se decretó que el beso, como el juego amoroso o los preliminares en general, era igualmente reprobable. (¿tal vez en el futuro dejará de considerarse negativamente el sexo anal o la masturbación, en el mismo proceso de aceptación del beso?).


besoEs cierto que los bonobos practican algo parecido al beso o al ósculo, pero es algo excepcional en la naturaleza. Incluso hay culturas que no han aceptado el beso como forma de saludo, mensaje romántico o como reconocimiento.


Nadie sabe cómo nació el beso, tal y como señala Diego Golombek en su libro Sexo, drogas y biología:


Algunas hipótesis explican el beso como una forma de afecto entre mamá y bebé, tal vez relacionada con el pasaje de la comida masticada de boca a boca. ¡Pero hay culturas que hacen estas cosas y no se besan! Una de las primeras indicaciones escritas viene de textos hindúes del siglo XV a. C., en la que cuentan la sana costumbre de juntar las narices y sacudirlas suavemente (lo que los chicos conocen como “beso esquimal”; ¿será que en esquimalandia hace demasiado frío como para jugar con los labios?). Pero ya el Kamasutra en el siglo VI d.C. describe y explica unas cuantas variedades de beso, movimientos, aberturas y humedades. ¿Será que los hindúes les enseñaron a besar a los europeos? Está claro que los romanos habían adoptado y mejorado la práctica, con sus osculum (besito en la mejilla), basium (labio a labio) y saviolum (el temible beso de lengua). Es más: besar a una mujer apasionadamente en público en la antigua Roma le daba derechos matrimoniales.

Tal vez empezamos a besarnos para tener la excusa perfecta para probar al otro, para oler su cuerpo, e instintivamente saber si su salud era buena, particularmente su sistema inmune. Besamos tal vez para escoger bien con quién tener hijos.


Por cierto, si estáis pensando que besar en la boca y mezclar la saliva tal vez es un poco asqueroso, pero que en absoluto lo es dar un beso en la mejilla… bien, tal vez es que no habéis usado un microscopio con la mejilla de una persona: en nuestra cara tenemos millones de ácaros foliculares (‘demodex folliculorum’), unas criaturas que miden dos centésimas de centímetro y tienen garras y una boca con la que pueden atravesar las células de la piel (afortunadamente, esta clase de ácaros no tienen ano).


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La noticia ¿Por qué nos besamos? (¿Y por qué no nos parece asqueroso hacerlo?) fue publicada originalmente en Xatakaciencia por Sergio Parra.





















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Diez cosas que probablemente no sabía la semana pasada

Repase algunas de las noticias más curiosas de la actualidad de esta semana que acaba con BBC Mundo.



Vía BBCMundo.com | Curiosidades

De caras, ojos y narices como forma de catalogar a las personas (y hasta de eliminarlas)

frenologíaA lo largo de la historia, frenólogos y fisonomistas han inferido las características del ser humano a partir de las protuberancias del cráneo y los rasgos faciales. Incluso se han fijado en sus narices para averiguar qué se cuece en la cabeza de las personas.


Dado que el acceso al interior del cerebro de las personas aún era una tarea infructuosa, y la empatía era miope, la gente se empecinó en clasificar a la gente por lo que se podía ver a simple vista o tras un examen superficial.


Una forma de catalogar a la gente que incluso llegó a épocas aterradoramente recientes. Por ejemplo, durante la década de 1960, científicos tan prestigiosos como el físico William B. Shockley, que incluso era premio Nobel y miembro de la Academia de las Ciencias, apoyó las ideas del endocrinólogo Dwight J. Ingle, que reivindicó la esterilización masiva de la población negra residente en el país para evitar el “debilitamiento” de la cepa caucásica.



Narices


Por ejemplo, el anatomista holandés del siglo XVIII Petrus Camper intentó evaluar el intelecto a partir de la pendiente de la nariz. Y el médico y viajero François Bernier, amigo, por cierto, de Cyrano de Bergerac, también trató de clasificar el mundo en función de las narices de sus habitantes, como podéis leer con más detalle en Dividiendo el mundo por narices.


Caras


El término eugenesia fue acuñado por Francis Galton en 1883. Para Galton, gran matemático británico y primo hermano de Charles Darwin, la palabra significaba exclusivamente “mejora de los nacimientos”, aplicándola a su tesis de que los individuos más favorecidos debían recibir el respaldo de la sociedad para que tuvieran una mayor cantidad de hijos (eugenesia positiva) en detrimentos de otros, mucho peor dotados, a los que habría de disuadir de tener hijos (eugenesia negativa).


No es extraño que Galton, pues, tratara de realizar estudios disparatados como averiguar dónde vivían las mujeres más bellas de su país.


Y es que la belleza ha tenido siempre un gran protagonismo a la hora de evaluar la pureza de una persona, incluso a nivel moral. Que se lo digan a Friné, la hetaira de la antigua Grecia que fue absuelta por su belleza: enseñó su cuerpo desnudo al jurado, y su abogado defensor alegó que alguien tan bello no podía causar el mal a nadie.


En la Edad Media, cuando dos hombres eran acusados por idéntico delito, el juez condenaba al menos agraciado físicamente de los dos. Y en caso de duda, los feos eran los culpables. Y actualmente las cárceles de todo el mundo tienen un porcentaje más elevado de feos que de bellos. Las personas solemos acusar con mayor severidad al feo, y justificamos normalmente al bello.


Ojos


En 1968, conmocionada por el asesinato de Martin Luther King Jr, Jane Elliot, una profesora de primaria de una pequeña localidad de Iowa (EEUU) llevó a cabo un taller en su clase, llamado “Blue eyes, brown eyes-experiment”, para que los alumnos experimentaran en primera persona las consecuencias del racismo.


En esencia, el experimento consistió en dividir a los alumnos en función del color de sus ojos. Un día, el grupo de ojos claros escuchaba cómo ellos y ellas eran mejores sólo por el color de sus ojos, más listos y buenos. Su comportamiento era alabado y recibían diversos privilegios, mientras los miembros de la clase con ojos oscuros recibían un trato discriminatorio. Al día siguiente, se llevó a cabo el ejercicio contrario, y fueron los alumnos de ojos oscuros los que recibieron un trato preferente. A continuación podéis ver el vídeo del experimento:



El color de los ojos es importante, pero también los es su forma. Muchos asiáticos se someten a cirugía estética para “occidentalizar” sus ojos para ser aceptados, como le sucedió a Julie Chen.


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La noticia De caras, ojos y narices como forma de catalogar a las personas (y hasta de eliminarlas) fue publicada originalmente en Xatakaciencia por Sergio Parra.





















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