sábado, 11 de enero de 2020

El faraónico plan del dictador italiano Mussolini para erradicar los mosquitos (y la malaria)

El faraónico plan del dictador italiano Mussolini para erradicar los mosquitos (y la malaria)

El dictador italiano Benito Mussolini fue probablemente quien llevó a cabo el programa más grandilocuente y quizá exitoso para erradir al mosquito de la faz de la Tierra. Al menos durante los años de entreguerras en las lagunas Pontinas.

Por medio del drenaje de dichas lagunas, una de sus máximas prioridades, quería acabar ed una vez con la malaria.

Lagunas Pontinas

Las Lagunas Pontinas es una antigua zona de marisma en la región del Lacio en Italia central, al sureste de Roma. Se trata de una llanura de anchura variable entre los primeros relieves apeninos de los montes Lepinos y Ausonios y el mar de 16 a 26 kilómetros, y extendiéndose de noroeste al sureste desde Velletri a Terracina junto al mar Tirreno, del que están separadas por dunas de arena.

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El Programa Integral de Recuperación del Partido Nacional Fascista empezó en 1929, cuando la esperanza de vida de un agricultor en las regiones de Italia afectadas por la malaria era de 22,5 años. También se había informado que el 80 % de las personas que pasaban un solo día en las lagunas Pontinas acababan por contraer malaria.

Tal y como lo explica Timothy Winegard en su libro El mosquito:

En la primera de las tres etapas se drenaron o embalsaron las lagunas y las rías. La "batalla de las lagunas", como la llamó el Partido Fascista, requería mano de obra forzada, que en 1933 alcanzó un máximo de 125.000 hombres, la mayoría de los cuales eran italianos considerados "racialmente inferiores". Más de 2.000 personas fueron además sometidas a experimentos médicos con malaria. En la segunda etapa se construyeron caseríos de piedra e instalaciones públicas y se repartieron las tierras entre los colonres reubicados allí por la fuerza. En la tercera etapa se adoptaron medidas contra los mosquitos, como instalar mosquiteras en las ventanas, realizar mejoras sanitarias e implantar servicios de salud, así como contra la malaria, mediante la distribución de quinina desde dispensarios estratégicamente ubicados y bien abastecidos.

La lista de iniciativas faraónicas no cesó: se plantó más de un millón de pinos, se construyeron estaciones de bombeo hidráulico a lo largo de los canales y diques a lo largo de 16.500 kilómetros de longitud. Entre 1932 y 1939 se construyeron cinco ciudades modelo arquitectónicamente distintas, como Latina, Aprilia y Pomezia, junto a 18 aldeas rurales, satélites de dichas ciudades.

Dejando a un lado la propaganda, el programa de recuperación y erradicación de Mussolini, uno de los primeros de este tipo, fue un éxito rotundo. La incidencia de la malaria en las antiguas lagunas, y en toda Italia, se desplomó un 99, 8 por ciento entre 1932 y 1939. Sin embargo, en 1944, en una descarada operación de guerra biológica, los nazis deshicieron deliberadamente en unas pocas semanas varios años de avances en la lucha contra la malaria.

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La noticia El faraónico plan del dictador italiano Mussolini para erradicar los mosquitos (y la malaria) fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

Los profesores no son tan importantes como parece

Los profesores no son tan importantes como parece

Alrededor de la docencia abunda toda clase de teorías, algunas incluso contrapuestas: llevar o no uniforme, tamaño de la escuela, número de alumnos por clase, segregación sexual, estabilidad administrativa, dinero para la implementación tecnológica y, naturalmente, nivel de exigencia en el profesorado.

Pero, si bien es cierto que un profesor cualificado y bien preparado es mejor que uno mal cualificado y mal preparado, éste factor es solo uno más de la miriónima lista de factores importantes.

Otros factores

No todo el debate de la reforma escolar debe centrarse en el profesorado. De hecho, el profesor tiene menos influencia en el rendimiento de un estudiante que un conjunto de factores diferentes, tal y como explica Steven Levitt en su libro Piensa como un freak:

Cuánto han aprendido los chicos de sus padres, cuánto trabajan en casa, y si los padres les han imbuido el gusto por la educación. Si faltan estos inputs de carácter familiar, la escuela no podrá hacer demasiado. Tu hijo solo está en la escuela siete horas al día, 180 días al año o alrededor del 22 % de las horas de vigilia del niño. Tampoco todo ese tiempo se consagra al aprendizaje, hay que contar el tiempo para relacionarse y comer y los trayectos entre la casa y la escuela. Y en el caso de muchos niños, los primeros tres o cuatro años de vida son todo padres y nada escuela.

Esto supone formularse una pregunta espinosa: ¿quizá se exige demasiado a los colegios pero muy poco a los padres?

En nuestra sociedad, si alguien quiere ser peluquero o boxeador o guía de caza (o maestro), debe formarse y ser reconocido por una agencia estatal. No se solicita un requisito semejante para la paternidad. Cualquiera con órganos reproductivos tiene libertad para tener un hijo sin que se planteen preguntas, y para educarlo como quiera, siempre que no haya hematomas visibles; y luego entregan a ese chico al sistema educativo para que los profesores puedan ejercer su magia.

Además de los padres, entrados en la pubertad, la mayor influencia de los adolescentes son sus pares o semejantes, porque han entrado en la pertinaz carrera de la competencia sexual.

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Vía Xataka Ciencia

Los estudiantes de matemáticas y ciencias de la computación ganan más dinero que los estudiantes de humanidades

Los estudiantes de matemáticas y ciencias de la computación ganan más dinero que los estudiantes de humanidades

Los estudiantes de matemáticas y ciencias de la computación superan significativamente a sus compañeros que se especializan en humanindades o artes liberales en lo tocante a su retribución económica.

Al menos es lo que se ha constatado en estudiantes universitarios estadounidenses. Sin embargo, quizá las cosas no son tan sencillas.

Dos ventajas

Para obtener un buen sueldo hay que tratar de obtener dos ventajas. La primera, ser admitido en una buena universidad. La segunda, que el campo de estudio sea laboralmente lucrativo, es decir, mejor informática o economía que inglés o historia. Los estudiantes que pueden lograr ambas hazañas tienden a ganar más; los que no logran ninguna de los dos, mucho menos.

Pero ¿qué factor es más importante? Nuevos datos del Departamento de Educación de Estados Unidos, publicados el 20 de noviembre, ayudan a arrojar luz sobre esta cuestión. Primero, solo los graduados de las universidades de élite, aquellos que admiten menos de uno de cada cuatro solicitantes, son los que disfrutan de mejores sueldos tras graduarse.

A pesar de que tener un título universitario cada vez está más devaluado, aún continúa siendo uno de los factores más importantes para tener trabajo.

Sin embargo, estudiar cuesta cada vez más dinero, y también requiere más tiempo para realizar estudios que refuercen la licenciatura. Es decir, estamos hablando de una gran cantidad de recursos invertidos. Como en toda inversión, ésta puede ser a fondo perdido o no. Si lo que buscamos es solo el conocimiento no pasa nada (aunque, ¿por qué una universidad proporciona más conocimiento que un libro?), pero si buscamos un retorno económico, entonces los datos son incontestables.

Lo óptimo es estudiar STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), y lo peor es estudiar artes liberales, títulos no vocacionales que incluyen ciencias naturales y sociales, y humanidades, como historia, filosofía e idiomas.

Varias universidades se están reconvirtiendo en este sentido, como en Reino Unido o China. Sin embargo, esta deriva supone no pocos problemas. Primero, que las personas dejen más a un lado su parte vocacional, condenándoles a vidas donde el valor máximo es la productividad. Segundo, instala la idea de que hay conocimientos inútiles. Tercero, perpetúa perpetúa el estereotipo de los graduados en artes liberales, en particular, como una casta de élite (tienen dinero para poder permitirse estudiar algo que no ofrece buenos sueldos pero sí buena reputación), algo que puede desalentar a los estudiantes desfavorecidos, y a cualquier otra persona que necesite un retorno inmediato de su inversión universitaria.

Muchas empresas tecnológicas, además, requieren cada vez más de especialistas en humanidades... pronto podría ser un valor en alza. Las habilidades sociales también son requeridas cada vez más por los empleadores.

Es cierto que las humanidades tienen un mayor riesgo de desempleo. Pero vale la pena señalar que el riesgo es menor de lo que suponemos. Para los jóvenes (de 25 a 34 años) en los Estados Unidos, la tasa de desempleo de aquellos con un título en humanidades es del 4%. Un título en ingeniería o negocios tiene una tasa de desempleo de poco más del 3%. Ese único punto porcentual adicional es una persona adicional por cada 100, una cantidad tan pequeña que a menudo está dentro del margen de error de muchas encuestas.

Los salarios tampoco son tan sencillos. Sí, en el Reino Unido, aquellos que estudian medicina u odontología, economía o matemáticas obtienen los mejores ingresos; en los Estados Unidos, ingeniería, ciencias físicas o negocios. Algunas de las humanidades más populares, como la historia o el inglés, se encuentran en la mitad inferior del grupo. Pero incluso para algunos trabajos, parece que en realidad es mejor comenzar con un título más amplio, en lugar de uno profesional.

Por ejemplo, un estudiante universitario que tome la ruta aparentemente más directa para convertirse en abogado, juez o magistrado, con especialización en estudios de derecho o estudios jurídicos, puede esperar ganar un promedio de 94.000 dólares al año en Estados Unidos. Pero aquellos que se especializaron en filosofía o estudios religiosos ganan un promedio de 110.000. Los estudiantes de historia de los Estados Unidos ganan 143.000 y los que estudiaron idiomas extranjeros ganan 148.000.

Así pues, conducirse únicamente por los parámetros del pragmatismo no solo puede hacer que nuestra vida sea demasidado milimetrada, sino que también puede que las cosas sea un poco más difícil de milimetrar de lo que suponíamos.

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Vía Xataka Ciencia