domingo, 16 de abril de 2017

Según lo que midamos, todos somos muy inteligentes o muy tontos

The Strategy 1080528 960 720 Una persona que es fuerte físicamente, lo es en todos los contextos: levantando pesas, empujando una puerta, haciendo un pulso. Sin embargo, eso no es lo que ocurre con la inteligencia.

Cuando alguien es muy inteligente o brillante intelectualmente en un contexto, puede parecer tonto en otro (como la idea del clásico genio científico que, sin embargo, no sabe comportarse en sociedad o expresar sus sentimientos). ¿Por qué la inteligencia es tan variable y parecemos tontos o listos en función del contexto o de lo que midamos?

Los procesos cerebrales de la inteligencia

Todavía resulta muy discutible que dispongamos de uno o de más tipos de inteligencia, y cuando nos sometemos a un test que mide nuestro cociente intelectual en realidad obtenemos una cifra que representa nuestro núcleo básico general de la aptitud intelectual, no la inteligencia en todas sus vertientes: como medir el armazón de una casa sin tener en cuenta los muebles.

Aún no sabemos muy bien qué define exactamente esa inteligencia general o armazon de nuestro intelecto. Algunas hipótesis apuntan a la llamada memoria de trabajo (las estructuras y procesos usados para el almacenamiento temporal de información y la elaboración de la información), pues ésta suele estar muy correlacionada con las puntuaciones en el CI. Sin embargo, este vínculo quizá existe porque el diseño de los test de CI favorece a quienes tienen gran memoria de trabajo.

Con todo, la memoria de trabajo no explica ni mucho menos toda nuestra inteligencia. Raymond Cattell y John Horn diseñaron unas técnicas de análisis que detectaron, fundamentalmente, dos tipos de inteligencia.

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Fluida y cristalizada

La inteligencia fluida es la capacidad de emplear información, trabajar con ella o aplicarla. Por ejemplo, la inteligencia que usamos para averiguar por qué alguien se ha enfadado con nosotros, o la que usamos para resolver un cubo de Rubik. Tenemos información nueva y debemos averiguar qué hacer con ella.

La inteligencia cristalizada es la información que hemos almacenado en la memoria y que podemos uasr para sacar partido a las situaciones. Conocer todas las capitales de los países del hemisferio norte es un ejemplo de inteligencia cristalizada, como también lo es aprender un segundo idioma. Como resume Dean Burnett en El cerebro idiota:

La inteligencia cristalizada es el saber que hemos acumulado, mientras que la inteligencia fluida es lo bien que se nos da usarlo o tratar con situaciones poco familiares para nosotros pero que necesitamos resolver del mejor modo posible.

Perdemos inteligencia fluida con la edad, pero la cristalizada se mantiene a lo largo de toda la vida. Ambos tipos de intelgiencia son interdependientes. Pero si nos empeñamos en medir solo una frente a la otra, parecemos tontos o listos, según.

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La noticia Según lo que midamos, todos somos muy inteligentes o muy tontos fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

La lactancia materna a largo plazo no produce beneficios destacables

La lactancia materna tiene beneficios ya constatados en los recién nacidos. Sin embargo, algunos deestos beneficios solo parecen tener lugar en los primeros meses de vida. Más tarde, esos beneficios se diluyen, sobre todo si hablamos de inteligencia y cognición.

Es lo que al menos sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Pediatics.

Inteligencia y cognición

Según el estudio mencionado, la lactancia materna a largo plazo no está relacionada con ningún impacto en el desarrollo cognitivo ni tampoco en el comportamiento de los bebés. Una conclusión que se alcanzó tras realizar un seguimiento a 7.478 niños irlandeses recién nacidos, que fueron evaluados con tres años, y finalmente con cinco años.

Los niños que habían sido amamantados durante seis meses tenían tasas más bajas de hiperactividad y mejores habilidades para resolver problemas a los tres años. Pero dichas diferencias habían desaparecido cuando los niños cumplieron cinco.

Estos resultados plantean que los niños que son amamantados tienen mejores resultados, pero que no necesariamente es la leche materna lo que mejora su cerebro, sino que tal vez sea crecer con padres mejor educados y que tienen mejores ingresos económicos. Si bien es cierto que la lactancia materna colabora en el desarrollo del sistema inmune del bebé y le protege contra infecciones y enfermedades, no parece que haya una prueba fiable de que también aumenta la inteligencia o la cognición.
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Vía Xataka Ciencia

El oso pardo, un depredador más implacable de lo que se creía

Durante tres años, un equipo de científicos estadounidenses ha seguido el día a día de varios ejemplares de osos pardos en Alaska gracias a las cámaras situadas en sus cuellos. Las imágenes grabadas revelan sus hábitos de comportamiento, de alimentación y de caza, y actualizan los datos obtenidos en estudios anteriores que situaban la media de presas de este depredador, protagonista de nuestro #Cienciaalobestia, muy por debajo de la que es en realidad.



Fuente: Noticias