sábado, 2 de febrero de 2019

Este robot no solo aprende mirando, sino tocando, y ha aprendido a jugar a la Jenga

Este robot no solo aprende mirando, sino tocando, y ha aprendido a jugar a la Jenga

El Jenga o La Torre es un juego de habilidad física y mental, en el cual los participantes tienen que retirar los bloques de una torre por turnos y colocarlos en la parte superior, hasta que esta se caiga.

En el siguiente vídeo podéis contemplar cómo un robot ha aprendido a jugar.

"Aprende" gracias a sus sensores

Desarrollado por ingenieros del MIT, el robot está equipado con una pinza, un brazalete con sensor de fuerza y una cámara externa: gracias a todo ello puede ver y sentir la torre y sus bloques individuales.

En tiempo real, el robot "aprende" si debe seguir empujando o cambiar y elegir un nuevo bloque, para evitar que la torre se caiga. Según explica Alberto Rodríguez, autor de la investigación y profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT:

A diferencia de las tareas o juegos más puramente cognitivos, como el ajedrez o el Go, el juego de Jenga también requiere el dominio de habilidades físicas como sondear, empujar, mover, colocar y alinear piezas. Requiere percepción y manipulación interactivas, donde se tiene ir y tocar la torre para aprender cómo y cuándo mover bloques. Esto es muy difícil de simular, por lo que el robot tiene que aprender en el mundo real, interactuando con la torre Jenga real. El desafío clave es aprender de un número relativamente pequeño de experimentos explotando el sentido común sobre los objetos y la física.

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La noticia Este robot no solo aprende mirando, sino tocando, y ha aprendido a jugar a la Jenga fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .



Vía Xataka Ciencia

La colonización de las Américas mató a tantas personas que perturbó el clima de la Tierra

La colonización de las Américas mató a tantas personas que perturbó el clima de la Tierra

Según un nuevo estudio de investigadores de la University of London, la colonización de las Américas a fines del siglo XV mató a tantas personas que perturbaron el clima de la Tierra.

Concretamente, la enorme franja de tierras agrícolas abandonadas que fueron reclamadas por los árboles de rápido crecimiento y otra vegetación, lo que eliminó grandes cantidades de dióxido de carbono (CO₂).

Pequeña Edad de Hielo

Este período de enfriamiento a menudo se hace referencia en los libros de historia como la Pequeña Edad de Hielo. La NASA lo define como un periodo frío entre 1550 y 1850 con tres periodos particularmente fríos: uno comenzando en 1650 (Mínimo de Maunder 1645-1715), otro en 1770 y el último en 1850, cada uno separado por intervalos de ligero calentamiento.

El resultado fue una caída de la temperatura global del planeta que provocó en aquellos años que el río Támesis se helara, llegaran constantes tormentas de nieve a Portugal y un frío que arruinó las cosechas de media Europa durante años provocando una gran hambruna.

Antes de eso, tras la llegada del europeo al continente americano, éste fue devastado por enfermedades introducidas (viruela, sarampión, etc.), guerra, esclavitud y colapso social. Los 60 millones de personas vivían en América a finales del siglo XV (aproximadamente el 10% de la población mundial), se redujeron solo a cinco o seis millones en un período de cien años.

Se calculó entonces cuánta tierra previamente cultivada por civilizaciones indígenas habría caído en desuso (56 millones de hectárenas, el tamaño de Francia), y cuál sería el impacto si esta tierra fuera recuperada por bosques y sabanas.

Esta reducción tan drástica de la agricultura, que también implicaba la quema y destrucción de grandes áreas de bosques (sí, la agricultura no es precisamente una activdad medioambientalmente sostenible), provocó a su vez una reducción del dióxido de carbono, como evidencian las burbujas de aire atrapadas en muestras de hielo de la Antártida.

 93805645 Gettyimages 464477665 La caída en los niveles globales de dióxido de carbono se registran en las burbujas de aire atrapadas en los núcleos de hielo.

De todo esto se concluye que, entonces, la llamada Pequeña Edad de Hielo fue causada por varios factores: una caída en los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, una serie de grandes erupciones volcánicas, cambios en el uso de la tierra y una disminución temporal en la actividad solar.

Es decir, que las actividades humanas (en esta ocasión infiltradas de un aire flower power de conexión con la naturaleza) afectaron al medio ambiente antes de la llegada de la era industrial.

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Vía Xataka Ciencia