domingo, 26 de mayo de 2013

Cómo el sonido, incluso un simple ‘click’, nos induce a comprar

dEl neuromarketing también se ha introducido en lo que se llama Sensory Branding (marketing sensorial de marca), que incluso tiene en cuenta el sonido que envuelve al comprador y al mismo producto para provocar fascinación o mero impulso de compra.


Esta estrategia pudiera parecer de ciencia ficción, pero lo cierto es que sus inicios fueron en los años 1950. Hace ya décadas, por ejemplo, que General Electric creó su característico tono de tres timbres, el equivalente auditivo de un logotipo.


Pero el posicionamiento de marca basado en sonidos ya no sólo se ciñe a una simple melodía o una canción embelesadora, sino que el propio producto que se comercializa cuida hasta el extremo la calidad de los ruidos que desprende. Por ejemplo, los cereales para el desayuno.



Si desayunamos cereales de Kellogg´s comprobaremos que, al morderlos, crujen de una forma diferente al resto de cereales. Ese crujido es deliberado, pues Kellogg´s contrató a un laboratorio danés que sus cereales crujieran así y no de otro modo. Otras marcas hacen lo mismo con sus productos alimentarios, y así se consigue que las galletas, las patatas fritas o simplemente el ruido de la caña entrando en el orificio de un vaso de Coca-Cola de McDonalds quede fijado como parte de la experiencia con el producto.


Martin Lindstrom señala más ejemplos de sonidos en productos en su libro Buyology:


Más recientemente, Ford Motor Company creó un nuevo sistema de seguro para las puertas de la gama de vehículos Taurus que emitía un sonido reconocible parecido al de una bóveda cuando se cierra. ¿Sabía usted que el sonido que hace una lata de café liofilizado o de patatas Pringles al destaparse ha sido fabricado deliberadamente para que los consumidores asocien el producto con una frescura deliciosa? ¿Y qué hay con el “tic-tic-tic” de la rueda del iPod, o su inconfundible sonido de campana al encenderse y apagarse?

El paradigma de sonido asociado a una marca probablemente sea el tono de llamada de Nokia. En 2007, había casi 400 millones de teléfonos móviles en circulación, y una participación de la marca del 40%. Y el 20% de todos los abonados de Nokia conserva dicha melodía por omisión.


Esta sencilla tonada se basa en el Gran Vals, una composición de Francisco Tárrega del siglo XIX, y es tan tremendamente popular que incluso se han reportado informes de aves en Londres que reproducen en sus trinos la melodía Nokia.


dPorque, con todo, el reclamo auditivo más poderoso de una marca sigue siendo la melodía, el jingle, la canción. Incluso hasta el punto de que el tipo de música nos puede inducir a consumir uno u otro producto.


El sonido hasta puede determinar si elegimos una botella de un Chardonnay francés en vez de un riesling alemán. Durante dos semanas, un par de investigadores de la Universidad de Leicester realizaron el experimento de poner música francesa con mucho acordeón o música de una banda de Bierkeller alemana por los altavoces de la sección de vinos de un supermercado grande. Los días de la música francesa, el 77% de los consumidores compró vino francés, mientras que los días de la música de Bierkeller, la gran mayoría de los consumidores se dirigieron directamente a la sección de los vinos alemanes.

Los efectos del hilo musical en el consumidor están tan asumidos que ya no se discuten ni siquiera si tienen efectos o no, sino qué efectos se deben potenciar o no para alcanzar las mejores ventas. El psicólogo David Hargreaves lo explica así:


Según la mayoría de la gente, el tiempo vuela cuando te estás divirtiendo… pero si te gusta la música y te concentras en ella, el tiempo pasa más lentamente. La música que no te gusta hace que el tiempo se contraiga y la música hace que la percepción del tiempo aumente. Al vendedor se le plantea un dilema: ¿es preferible utilizar la música para hacer más agradable la tienda o para hacer sentir a la gente que el tiempo pasa rápidamente?











Vía Xatakaciencia

[Vídeo] El retorno de las cigarras

cicada


Hoy os traigo un vídeo con el que podéis tener una de las dos reacciones (o quizás ambas): “¡Qué asco!” o “¡Alucinante!”. Se trata del ciclo de vida de uno de los insectos más “fabulosos“ de todos los tiempos, las cigarras.


Las cigarras que vemos en el vídeo no son las que tenemos en la Península, son del género Magicicada, un género del Este de América del Norte con un ciclo o periodo de 13-17 años.



El video de abajo es un vistazo alrededor de la impresionante vida de estas cigarras, la subida desde su guarida subterránea, el ascenso a los árboles, su monstruosa metamorfosis y su breve misión para evitar ser comidos y reproducirse.


Una fascinante obra de Samuel Orr, quien va a producir un documental de una hora de duración sobre estos curiosos insectos.


Lo más gracioso, es que los estadounidenses han hecho todo un espectáculo de este acontecimiento, sino mirad la web que han montado para hacer un seguimiento.



Vía | Vimeo












Vía Xatakaciencia

Doctores agradeciendo a una niña de 8 años por donar sus órganos

Esta imagen resulta impactante, muy estremecedora en realidad. Una niña de tan solo 8 años sufrió una herida en la cabeza que le causó la muerte, y ella o sus padres decidieron donar sus órganos. En esta foto vemos como los doctores le hacen una muestra de respeto y agradecimiento por sus órganos que curiosamente [...]



Vía Curiosidades

Me gusta: el efecto del elogio en Internet

fA todos nos gustan las palmaditas en la espalda. De hecho, la mayoría de nuestras acciones están encaminadas a buscar, implícita o explícitamente, el elogio, el respaldo, el reconocimiento de los demás. Porque, permitidme la licencia poética, somos más nosotros cuando nos reflejamos en los ojos de los demás, a pesar de todo lo que se diga a propósito de la individualidad o el “hago las cosas porque quiero hacerlas sin importarme lo que digan los demás”.


Esta inclinación humana incluso puede advertirse en una señal tan aparentemente insignificante como un “me gusta” en alguno de nuestros estados de Facebook.


Al menos es lo que sugiere Yochay Benkler, un experto en leyes de Harvard, y Helen Nisenbaum, filósofa de la Universidad de Nueva York, en su ensayo de 2006 Producción y virtud entre pares basadas en el bien común, cuya tesis central es que los estímulos sociales son muy importantes a la hora de que la gente aborde actividades de todo tipo.



Hasta el punto de que los comentarios elogiosos de los demás (máxime si esos elogios, además, proceden de alguien a quien el destinatario respeta), se convierten en una recompensa en sí misma, porque se basan en un sentimiento de conexión y no en una mera formalidad, considerándose así el elogio como otra recompensa extrínseca, como el dinero.


Esto lo desarrollo con un poco más de mala leche y picardía en un artículo que escribí hace tiempo, por si os interesa profundizar, titulado precisamente ¿Los escritores sólo escriben a cambio de sexo? (I) y (II).


dsdsAbunda en ello Clay Shirky en su libro Excedente cognitivo:


A partir de la observación de varios ejemplos de participación como éstos, incluyendo especialmente la creación de software a partir del intercambio de contribuciones entre iguales (un modelo llamado software de código abierto), Benkler y Nisembaum concluyen que las motivaciones sociales refuerzan las personales; nuestras nuevas redes de comunicación fomentan la afiliación y el intercambio, y ambas son cosas buenas tanto por sí mismas como por lo que generan, y también proporcionan apoyo para la autonomía y la competencia.

(…) Este círculo cerrado de retroalimentación entre motivaciones personales y sociales es aplicable a la mayoría de los usuarios del excedente cognitivo, desde Wikipedia hasta PickupPal pasando por Grobanitas por la beneficencia.

Este anhelo por la palmadita en la espalda es tan poderosa que un usuario de Internet podría sencillamente fingir o impostar su actividad para recibir parabienes. Pensaréis que esto es justamente lo que ocurre en la vida real (alguien que compra una marca pirata para fingir que es verdadera a los ojos de los demás, por ejemplo). Sin embargo, en el ámbito de Internet resulta mucho menos costoso en todos los sentidos fingir que uno hace o deshace, apoya o condena, milita, siente, comparte.


Hasta el punto de que algunos investigadores del fenómeno de Internet consideran que muchos de los movimientos sociales que propician las redes sociales en realidad tienen más de espejismo que de militancia, de impostura social en busca de palmaditas que de verdadera entrega. Sencillamente porque basta un simple click para demostrar tu adhesión a cualquier causa, algo que sólo exige unos pocos segundos de tu tiempo.


Podéis leer más sobre ello en Me gusta: el compromiso impostado de Facebook o por qué cada vez hay más gente que duda de Change.org












Vía Xatakaciencia