sábado, 30 de junio de 2018

No existe una vagina "normal", según este estudio sobre las susodichas

Las vaginas vienen tienen formas y tamaños muy diversos, según un estudio realizado con cientos de mujeres. Los hallazgos deberían tranquilizar a las mujeres que están preocupadas acerca de si sus vaginas son "normales".

Algo particularmente importante porque, en los últimos años, se ha visto un aumento en las cirugías cosméticas en genitales femeninos externos. En el Reino Unido, por ejemplo, el número de mujeres que experimentan reducciones de labios se ha quintuplicado en los últimos diez años.

Diversidad

La autora principal del estudio, Anne Kreklau, y sus colegas buscaron finalmente proporcionar a la literatura médica una referencia clara sobre la morfología diversa de vulvas en mujeres sanas. Tomaron medidas detalladas del tamaño y la distancia relativa entre todas las estructuras principales de los genitales externos en voluntarias de 15 a 84 años. Esta investigación es el examen de vulvas más amplio hasta la fecha.

Lo que descubrieron es que determinar un tamaño promedio de estas características femeninas es prácticamente inútil porque el rango es muy amplio.

La longitud de los labios mayores, por ejemplo, varió de 12 milímetros a 180 milímetros, y se observó que la abertura vaginal oscilaba entre 6 y 75 milímetros. Una limitación que debe tenerse en cuenta, sin embargo, es que todos los sujetos eran caucásicos. Si se incluyeran mujeres de múltiples grupos étnicos, la variación probablemente sería aún más pronunciada.

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Vía Xataka Ciencia

Asúmelo, probablemente tú no le importas al universo

Alrededor de la mayoría de ideas que barajamos, cultos a los que rendimos pleitesía y pseudociencias en las que buscamos nuevas soluciones a nuestros problemas orbita la asunción de que somos importantes, que protagonizamos un relato más allá de nosotros mismos.

La triste realidad es que no es así: solo somos un puñado de elementos químicos en un rincón minúsculo de un vasto universo, para que el cual, por cierto, probablemente pasamos desapercibidos.

La mala suerte no es culpa de nadie

Habida cuenta de que creemos ser importantes, cuando experimentamos una mala racha o un infortunio tendemos a pensar en un culpable del mismo. La revolución científica, sin embargo, fue instilando poco a poco la idea de que el universo no tiene propósitos, y menos que nos conciernan.

Las cosas, tanto las buenas como las malas, no suceden por una razón lógica. Galileo, Newton y Laplace reemplazaron la intuición por una suerte de mecanismo de relojería, en que los sucesos son causados por las condiciones del presente, no por los objetivos para el futuro. Tal y como abunda en ello Steven Pinker en su reciente libro En defensa de la Ilustración:

Si se puede señalar a una persona como responsable de la desgracia, se la puede castigar o demandar por daños y perjucios. Si no cabe señalar a nadie en particular, puede culparse a la minoría étnica o religiosa más próxima, que puede ser linchada o masacrada en un pogromo. Si no se puede acusar a ningún mortal, cabe recurrir a la caza de brujas, que pueden morir quemadas o ahogadas. En su defecto, cabe señalar a dioses sádicos, que no pueden ser castigados, pero sí aplacados con plegarias y sacrificios. Y luego están las fuerzas incorpóreas como el karma, el destino, los mensajes espirituales, la justicia cósmica y otros grandes de la intuición de que "todo sucede por una razón".

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A mucha gente no le gusta la mayonesa pero está en tantos bocadillos

Abstract 1238246 960 720 Hay una razón, arraigada en la ciencia de los alimentos, para incluir la mayonesa en bocadillos: la comida húmeda sabe mejor. La humedad ayuda a que la saliva de nuestra boca trabaje más eficazmente y transporte más sabores que los alimentos secos.

Pero la mayonesa no es el único alimento que puede hacer el trabajo.

Un alimento parcialmente odiado

Un poco de aceite de oliva (o aceite de oliva y vinagre) también funciona, al igual que la mostaza, para humedecer la comida. Sin embargo, la mayonesa es ubicua en los sandwich a pesar de que hay un porcentaje elevado de personas que no la quieren. Sobre todo en sandwich industriales.

Paul Rozin, profesor de psicología en la Universidad de Pensilvania, ha investigado el asco desde la década de 1980. Rozin sabe que nadie ha hecho un estudio específico sobre el disgusto de la mayonesa, pero en base a su investigación previa sobre el asco, postula que es la textura de la mayonesa la culpable que tanta gente reniegue de ella.

Su calidad viscosa es del tipo que obtendrías del fluido que rezuma de un cadáver podrido. La repugnancia también tiende a alinearse fuertemente con nuestra repulsión por los fluidos corporales. No comercializamos limonada explicitando que parece orina. Y la apariencia cremosa de la mayonesa no es diferente de lo que emergería de, por ejemplo, un grano reventado.

Con todo, la mayonesa es tan esencial para un sándwich, más que para el pan, que su inclusión no merece mención en el menú. Para muchos estadounidenses, no es un sándwich si no tiene mayonesa. Demasiados estadounidenses no se detienen a preguntarse, ¿este sándwich realmente necesita mayonesa?

Segun Rozin, si no nos paramos mucho a pensarlo, la mayonesa funciona, aporta sabor y humedece la comida. Pero a poco que reflexionemos un momento sobre el aspecto y consistencia de la mayonesa, seguramente ello es lo que provoca que mucha gente prefiera prescindir de ella.

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