sábado, 16 de junio de 2018

Células solares que combinan silicio con perovskita han logrado una eficiencia récord de 25,2 %

Si la energía que el Sol produce en un solo segundo pudiera almacenarse, se podría satisfacer el actual consumo energético de los Estados Unidos durante los próximos nueve millones de años. Por ello resulta muy importante alcanzar nuevos récords de eficiencia en la las células solares.

Una nueva combinación de silicio con un mineral relativamente raro en la corteza terrestre, la perovskita, se ha conseguido una eficiencia nunca antes alcanzada: 25,2 %.

Mejora gradual de la eficiencia

La eficiencia de las células solares confeccionadas con perovskita, se ha incrementado desde un 3,8% en 2009 hasta un 20,1% en 2014. Los análisis detallados calculan que el límite teórico de la eficiencia de esta tecnología se sitúa en torno al 31%. Por el momento, ya nos estamos acercando mucho a esa cifra.

Sus altas eficiencias y bajos costes de producción sitúan a las células solares de perovskita como una atractiva opción comercialmente viable.

Los responsables de este hito son los equipos de investigación en Neuchâtel, del Laboratorio de fotovoltaica de EPFL y el centro fotovoltaico CSEM, que han desarrollado una solución económicamente competitiva. Han integrado una celda de perovskita directamente sobre una celda estándar basada en silicio. Su método de producción es prometedor, ya que agregaría solo unos pocos pasos adicionales al proceso actual de producción de células de silicio. Su investigación ha sido publicada en Nature Materials.

La perovskita complementa al silicio. Convierte luz azul y verde de manera más eficiente, mientras que el silicio es mejor para convertir luz roja e infrarroja. "Al combinar los dos materiales, podemos maximizar el uso del espectro solar y aumentar la cantidad de energía generada. Los cálculos y el trabajo que hemos realizado muestran que una eficacia del 30 por ciento pronto sería posible", afirman los principales autores del estudio, Florent Sahli y Jérémie Werner.
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Vía Xataka Ciencia

Comida, aviones y arena de gato: toda la radiactividad que nos afecta diariamente

Bananas 652497 960 720 La radiactividad parece algo que solo podemos experimentar cuando estamos en centrales nucleares, pero hay muchas cosas que nos rodean que la producen. Pero la radiación ionizante, que se mide con contadores Geiger, y es capaz de arrancar los electrones de los átomos y se encuentra a nuestro alrededor.

La dosis de radiación absorbida se mide en unas unidades llamadas sieverts, equivalentes a un julio entre kilogramo. Por el hecho de vivir en la Tierra, estamos recibiendo entre 1 y 1,5 milisieverts por año en función de la zona donde vivamos. Una dosis de 6 sieverts provoca la muerte en 14 días al 90% de las personas. Por debajo de 0,25 sievert se considera que no hay consecuencias.

Las cosas que nos rodean

Los distintos tipos de radiactividad de los alimentos producen en nuestros tejidos daños mínimos, pero computables. Hay radiactividad en las nueces de Brasil, en el café y en la carne roja. La radiactividad del plátano, por ejemplo, es bastante llamativa, como explica Sam Kean en el libro El último aliento de César:

Los plátanos contienen una cantidad de potasio-40, que es radiactivo, suficiente para que algunas veces los grandes cargamentos disparen los detectores de radiación de los puertos. Los científicos nucleares han creado incluso una media informal de la radiactividad cotidiana llamada dosis equivalente a un plátano o BED (por sus siglas en inglés). (...) Pero habría que comer veinte millones de plátanos para inducir un síndrome de irradiación, ochenta millones para morir seguro.

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Además de la comida, y también del propio aire que respiramos en la Tierra, también hay que tener en cuenta los rayos cósmicos, unas corrientes de partículas subatómicas que tienen su origen en el esapcio profundo y bombardean nuestro planeta en cantidades inimaginables (hasta diez mil por metro cuadrado y segundo en algunos lugares).

No hay peligro porque la atmósfera filtra estos rayos, pero si volamos a gran altura, entonces la denisidad de la atmósfera en menor y y nos exponemos a una mayor dosis de rayos cósmicos. Por eso, el simple hecho de tomar un vuelo comercial provoca un bombardeo extra de radiactividad.

Un tripulante de vuelo está expuesto a unos 3 mSv al año. Tan solo los astronautas de la Estación Espacial Internacional quedan más expuestos, con 4,3 mSv de irradiación cósmica en la piel, y por eso la NASA no permite que pasen más de un año en órbita. Y todavía hay más cosas, incluso la arena de gato, que nos exponen a radiactividad, como explica Kean:

Los detectores de humo liberan partículas alfa, los viejos televisores liberaban rayos X. La arena para gatos tiene uranio, al igual que las revistas de papel satinado o las elegantes encimeras de granito.

A pesar de todo, no debemos preocuparnos de la radiactividad natural y cotidiana. Frente a todo lo dicho anteriormente, nada supera ni de lejos al acto de fumar. Los pulmones de un fumador, de media, reciben unos 160 milisieverts al año debidos al plomo y al polonio radiactivos que contienen los cigarrillos. O sea, que viva los plátanos.

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Vía Xataka Ciencia

La voz de Stephen Hawking se envía a un agujero negro a 3.500 años luz

Fotonoticia 20180615170039 640 El compositor griego Vangelis, conocido por temas como la banda sonora de la película Blade Runner, concibió una pieza original de música con la voz del recientemente fallecido Stephen Hawking que ha sido enviada al espacio por la estación terrestre de la ESA en Cebreros en el momento en que sus cenizas fueron enterradas.

La señal se transmitió hacia el agujero negro más cercano a la Tierra, 1A 0620-00, alojado en un sistema binario con una estrella enana naranja, a 3.500 años luz de la Tierra.

Cebreros

La estación de Cebreros, ubicada a 77 kilómetros al oeste de Madrid, forma parte de la red ESTRACK de la ESA y alberga una antena de 35 metros que brinda soporte a las misiones de la ESA en el espacio profundo. Según ha declarado la hija de Hawking, Lucy:

Alrededor de la época en que nuestro padre fue enterrado, la composición de Vangelis con la voz de nuestro padre se transmitió al espacio. Este es un gesto hermoso y simbólico que crea un vínculo entre la presencia de nuestro padre en este planeta, su deseo de ir al espacio y sus exploraciones del universo en su mente.

Además de enviar su voz hasta el agujero negro más cercano, ahora las cenizas de Hawking reposan en Londres, en la Abadía de Westminster, junto a insignes científicos británicos como Charles Darwin y Isaac Newton.

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