Así se denomina a la ciencia que estudia los besos. Y es una de las especialidades del antropólogo Vaughn Bryant, de la Universidad de Texas (EE UU), que sostiene que el beso es una práctica milenaria que evolucionó a partir de otro saludo más común entre nuestros antepasados que consistía en aproximar sus narices y olisquearse para averiguar la salud y el estatus social de la persona que tenían delante.
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