Los activos de las empresas petroleras poseen un efecto tóxico. Efectivamente, el comportamiento irracional de los mercados se ha movido a la industria de las energías no renovables (petróleo, gas y carbón), dice con mucho acierto un artículo de Ambrose Evans-Pritchard[1] publicado en The Telegraph.
Vía Noticias de Ecoportal
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