Cuando moría un noble francés en los siglos XVI y XVII no era extraño que embalsamaran su corazón para enterrarlo cerca de la persona amada. Ahora un equipo de radiólogos, con la ayuda de imágenes por resonancia magnética y tomografía computarizada, han rehidratado algunos de estos órganos centenarios para estudiar sus patologías cardiacas.
Fuente: Noticias
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