Gracias a la publicidad la gente cree que para tomar un café y ser sexy y a la moda es necesario ofrecer una caja llena de cápsulas, todo precioso, colorido y elegante, y lleno de sabores. Pero en Hamburgo, se lo pensaron dos veces, y se dieron cuenta que además de pagar un riñón por el café, que eso ya es cuestión de quien lo compra, la contaminación generada era demasiado y es por eso que están prohibidas dichas cápsulas, desde el mes pasado, por orden del gobierno de la ciudad.
Vía Noticias de Ecoportal
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