Cuando dos láminas de trióxido de molibdeno se giran con un ángulo crítico se consigue que unas ondas mitad luz y mitad materia, llamadas polaritones, viajen en una determinada dirección. De esta forma se puede controlar la propagación de nanoluz, un avance con aplicaciones en sensores biológicos, nanoimagen y tecnologías cuánticas.
Fuente: Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario