Debido a la difícil manipulación de estos animales y a que producen escasas lágrimas, pocos equipos científicos se habían adentrado en el estudio de su composición. Un nuevo trabajo revela ahora que esta secreción es muy similar al de las personas, pero cuenta con estructuras diferentes que podrían ayudar a mejorar los tratamientos oftalmológicos.
Fuente: Noticias
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